miércoles, 29 de diciembre de 2010

Barroco

CONTEXTO HISTÓRICO:
En el siglo XVII se fortaleció el poder político de los monarcas y se fue generalizando el Absolutismo. El Barroco se contextualiza en la decadencia española y la hegemonía de Francia.

El arte de la Contrarreforma:

El Concilio de Trento, aunque no impuso prescripciones en materia artística, señaló la conveniencia de eliminar de las iglesias las imágenes profanas o las que pudieran desacarriar a los fieles. La Iglesia afirmó las verdades dogmáticas del Concilio a base de grandiosas manifestaciones de culto público. La Compañía de Jesús fue la valedora intelectual de la Contrarreforma.

El barroco al servicio del poder político

Entre los valores civiles que favorecieron la suntuosidad barroca, la institución monárquica y el lujo que los príncipes lo creyeron necesario para su prestigio.

Unidad y diversidad del Barroco:
Nace en Roma, impulsado por los Papas, en su difusión por Europa se diversificó:

*.- Barroco de la Contrarreforma: Extendido por los dominios de los Hagsburgos, Italia y España, sus temáticas comunican los postulados del Concilio de Trento. En él se despliegan la imaginación,  la sensualidad, el dinamismo y la riqueza.

*.- Barroco del Absolutismo: Desarrollado en Francia y, desde la entrada de los Borbones, en España. Más clásico, con finalidad de argumento convincente del poder real.

*.- Barroco protestante: el de los Países Bajos y Holanda, dirigido a una clientela de carácter burgués, con predilección por los temas costumbristas, naturalezas muertas, interiores y paisajes. Con predominio de la abstracción y la sobriedad.

urbanismo y arquitectura.
La arquitectura barroca tiene una nueva concepción del espacio. Las plazas son el centro de referencia de la ciudad, están dominadas por un edificio principal (una iglesia, un palacio) y se decoran con fuentes, obeliscos, estatuas, se planifican para crear perspectivas impresionantes.
Desaparece la individualidad plástica de los edificios en favor de un conjunto superior, la ciudad. Las fachadas de los edificios se conciben en función del espacio que le rodea, se construyen en función de la plaza, de la calle o del paisaje en que el edificio se sitúa. Desaparecen las formas geométricas, definidas en el Renacimiento, tienen gran riqueza decorativa, variación óptica (utilizando la luz que incide sobre sus superficies dinámicas) y formas abiertas y expresivas.
Elementos:
*.- Dominio de la línea curva y dinámica (elipses, parábolas, hipérbolas, sinusoides), que sustituye al perfecto equilibrio del medio punto romano.
*.- Abundancia de arcos de formas variadas.
*.- Uso de diferentes tipos de cúpulas.
*.- Uso de soportes dinámicos: el fuste de las columnas se retuerce (columna salomónica) y genera sensación de inestabilidad. Soportes extremadamente estrechos en su parte inferior (estipite barroco). Uso de Cariátides y de pilastras.
*.- Abundancia de elementos decorativos: los frontones se parten y adquieren formas curvas o mixtilineas, abundancia de nichos, hornacinas, ventanales con forma ovoide (oculi), enmarcados. 
*.- Los muros pierden el sentido plano y se curvan dejando de cruzarse en ángulo recto, buscando todo tipo de perspectivas y efectos luminosos.
*.- Aunque se mantiene la tradicional planta rectangular (planta jesuítica), aparecen las  plantas elípticas, circulares y mixtas.

El arquitecto barroco pretende crear la ilusión de espacio en el interior de las cubiertas del edificio, pretende que el cielo invada el ambiente templo. La cúpula, uno de los máximos logros renacentistas seguirá utilizándose en su apariencia externa, pero su interior se utilizará como espacio para disponer un torbellino de figuras que pintadas sobre ella parecen ascender al infinito. La pintura al fresco, junto con toda suerte de estucos y dorados crearán una ilusión espacial nueva.
La arquitectura ocultará las estructuras fundamentales mediante enlucidos, relieves e ilógicos soportes.
Italia se puso a la cabeza de las manifestaciones arquitectónicas, Francia fue la creadora del palacio barroco y de los espacios lúdicos (jardines poblados de fuentes y estatuas) y España, a pesar de la pobreza de materiales empleados, destacó por su exuberancia decorativa.

Roma barroca. Bernini y Barromini. 

La arquitectura del siglo XVII pretendía impresionar. En este afán efectista tuvo la misma importancia el exterior de un edificio y su entorno inmediato que su interior. 

El punto de partida: la fachada de la Iglesia jesuítica del Gesú (1573) de Giacomo della Porta (1533-1602). En ella, las líneas horizontales y verticales, las curvas y las diagonales, la luz y la sombra, los elementos pequeños y los grandes, se unen para dirigir nuestra mirada hacia el centro y luego hacia arriba.
Columnas clásicas, cornisas y frontones, distribuídos en dos pisos formando un conjunto muy poco clásico. En el cuerpo principal las columnas del piso inferior se convierten en pilastras planas en el piso superior (aunque hay columnas más pequeñas encerradas en las pilastras más interiores). En ambos pisos se observa idéntico cambio de ritmo hacia el centro.

Basílica de San Pedro:
Miguel Ángel pensó en una bóveda simétrica cruciforme. Esta simetría perfecta sólo variaría por la adición a un lado de un enorme pórtico de frontón, como el del Panteón.
El proyecto varió. Carlos Maderna modifico la planta (1607) adoptando la cruz latina, con capillas laterales, sustituyó el pórtico proyectado por una fachada amplia y nueva, con grandes columnas rematadas en el un frontón sobre la puerta y ático con balaustrada  y estatuas. Frente a ella se extendería un espacio abierto de limites irregulares, con un antiguo obelisco erigido casi en el centro.
Juan Lorenzo Bernini (1598-1680), transformó este espacio en el más grandioso acceso imaginable.  Alrededor del obelisco, desde 1656, construyó dos grandes columnatas cubiertas. Cada una de ellas consta de cuatro filas de columnas gigantes, pegadas a la fachada principal. Después de un trozo recto se abren para formar una gran elipse. Una plaza de grandes dimensiones es concebida como una gran atrio destinado a la celebración de ceremonias masivas. Desde la plaza se contempla la fachada realzada con la visión simultanea de la cúpula. 
Previamente Bernini, había construido en el interior de la Basólicia el Baldaquino de San Pedro (1624).
Sobre la tumba del apóstol, cuatro columnas salomónicas con capitel de orden compuesto sostienen un entablamento ondulado, coronado por un dosel, decorado con figuras de ángeles y niños, sobre el que se  alzan cuatro volutas que convergen en el globo terráqueo que sostiene una cruz, el conjunto realizado en bronce, encargo del Papa Urbano VIII, tiene una altura de 29 metros.

También realizó la Iglesia de San Andrés del Quirinal (1658) de planta elíptica. proyectó la fachada principal del Palacio Barberini, la iglesia de Castelgandolfo, la escalera Regia del Vaticano, el palacio Odeslcalchi. El prestigio de Bernini hizo que viajara a Paris para discutir el diseño del Palacio del Louvre, si bien sus proyectos no fueron aceptados.

Francisco Castelli, il Borromini (1599-1667), de temperamento más apasionado e inquieto que Bernini, dotó a sus obras de un dinamismo inaudito. Son iglesias de pequeño tamaño, de materiales modestos.  Su fantasía creativa e innovadora le llevó a crear elementos nuevos como capiteles con la volutas al revés, a ondular con continuas curvas y contracurvas, con elementos cóncavos y convexos las fachadas y los interiores. Transgrede totalmente el clasicismo, creando nuevas proporciones y motivos ornamentales. 
En la iglesia de san carlos de las cuatro fuentes (1638-1667)  con planta elíptica y capillas radiales, utiliza el muro curvo en su interior con elementos cóncavo-convexos, cubriendo el conjunto con una cúpula oval. En la fachada muy dinámica  con ondulaciones, dividida en dos cuerpos con columnas y profundas hornacinas con estatuas, rematada en la parte superior con una balaustrada y un gran medallón oval, provocando fuertes efectos lumínicos.

La Iglesia de San Ivo della Sapienza (1642-1660) de planta central estrellada mixtilínea, cubierta con una cúpula mixtilínea sobre un alto tambor cuya linterna con forma en espiral está rematada por una llama  La fachada tiene forma  de curva cóncava. En el Oratorio de los Filipenses (1637), con fachada curva cóncava, excepto en el centro que sobresale en el primer piso y se rehunde en un profundo nicho en el segundo, rematando la parte superior con un frontón mixtilíneo.
El interior sin ninguna relación con la fachada, se cubre con una cúpula de nervios de evocación gótica.
En la iglesia de Santa Inés (1653-1661), situada en uno de los laterales de la Plaza Navona, la entrada sobresale y está encajada en un hueco de curvatura mucho más profunda, que destaca la gran cúpula que se alza encima suyo.  Los pares de columnas a cada lado de la puerta central dirigen la mirada desde la entrada hasta la cúpula, en donde su forma se repite por pares de pilastras. Flanquean la cúpula torres cuya planta cuadrada se transforma en circular en el segundo piso. 
Además de realizar la decoración interior de la basílica de San Juan de Letrán (1646) y el colegio Propaganda Fidei (1647-1664).

Entre sus obras civiles destacan la Columnata del Palacio Spada (1632) y la fachada posterior y la rampa del Palacio Barberini.

En el XVIII la arquitectura italiana pierde su ímpetu innovador, poco a poco se impone de nuevo la geometría y el orden en los exteriores, esto va extendiéndose lentamente a todo el edificio, presagiando el neoclasicismo.
El arquitecto más característico de este periodo es Felipe Juvara (1676-1736). Su arquitectura funde la tradición barroca con el influjo clásico, y se refleja en la disminución del dinamismo en las estructuras, en la utilización de los órdenes clásicos, en la armónica ondulación de las lineas curvas y convexas, en  evitar los efectos lumínicos demasiado profundos.
Su obra la Basílica Superga (1717-1731, Turín), de planta central, un octógono irregular, cubierto con un gran cúpula sobre tambor, precedida de un pórtico tetrastilo clásico con frontón, en la Iglesia del Castillo de Venaria usa la planta de cruz griega, y en la Iglesia de San Felipe, la planta jesuítica de una sola nave con capillas laterales.
Dentro de las obras civiles sobresale el Palacio Madama (1718-21, Turín) en el que estructura la fachada a partir de un alto zócalo almohadillado, sobre el un orden colosal e columnas y pilastras corintias rematándola con una balaustrada  con estatuas; esta estructura es similar a la que su discípulo Sachetti  realiza en el Palacio Real del Madrid (1738), Juvara intervino además en el proyecto de la Catedral de Lisboa, en el Palacio de La Granja (1721, Segovia).

El palacio barroco como escenario del poder. El modelo de Versalles. 
El barroco francés se define clasicista, prefiere la claridad, el orden y la serenidad a lo recargado y lo retórico, la obra así resulta sobria y equilibrada.
Hasta 1660, se desarrolla el estilo Luis XIII, se mantiene la influencia italiana, aunque sus modelos se abandonan progresivamente.
El carácter clasicista y oficial se acentúa hasta el primer decenio del siglo XVIII, el estilo Luis XIV. La recien fundada Academia Real de Arquitectura marcó las directrices a las que debía someterse la creación artística.

El palacio se convirtió en el edificio más representativo del barroco francés. Un edificio de grandes dimensiones, con una marcada horizontalidad, con una planta en forma de “U”  hacia el jardín. las fachadas se caracterizan por su severidad clásica. Son uniformes y simétricas, con frecuencia en total desacuerdo con la distribución interior. Los salones interiores se  llenan  de ricos  elementos ornamentales, con profusión de curvas.
En este periodo se finaliza la fachada oriental del Palacio del Louvre (1667-1670), en la que Claude Parrault y Luis Le Vau ejecutan una obra clasicista, la planta baja es austera, de gran solidez, con vanos de arcos rebajados, sobresale la planta superior con una gran columnata (formada por columnas pareadas de orden corintio). Toda la fachada es una unidad compleja enfocada hacia el centro para dar una impresión simple y poderosa muy al gusto de la arquitectura oficial francesa. 

 Siguiendo esta línea, Le Vau, Mansart y Le Notre, levantan el Palacio de Versalles, en una perfecta integración entre el edificio y sus alrededores.
Era un pabellón de caza levantando para Luis XIII en 1624, Le Vau remodeló el edificio a partir de 1669, siguiendo el modelo que Bernini presentó para el Palacio del Louvre, la planta baja sólida, con almohadillado, la planta principal de gran altura, decorada con pilastras y columnas y la planta superior rematada con una balaustrada con estatuas.
A partir de 1678 se hizo cargo de las obras Jules Hardouin Mansart (1646-1708), este cerró la terraza central creando en el espacio interior la Galería de los Espejos (1678-1684) y acondicionó las dos alas laterales. El interior de la Galería, pilastras de marmol rojo con capiteles y basas de bronce dorado y motivos decorativos barrocos, se cubre con una bóveda de cañón, decorada con estucos dorados y pinturas.
También diseñó la Capilla de Versalles (1698-1710), de nave única y dos pisos, la superior para uso del rey y su séquito más cercano y la inferior  para los cortesanos. 

Este palacio se convirtió en el modelo de otros palacios europeos de fin de siglo. 

La iglesia más importante de la arquitectura francesa del periodo es la Iglesia de los Inválidos (1671-1691) de  J. H. Mansart, relativa severidad de la contención clásica francesa. Con columnas pareadas en los dos pisos frontales (dóricas en la base y corintias en el cuerpo superior)  y en el tambor de la cúpula, la planta de cruz griega con capillas circulares en las esquinas.

España:
El barroco español mantuvo los esquemas fundamentales del edificio sobre los que diseñó toda la fantasía ornamental. No modificó sustancialmente las plantas, como lo hicieron los italianos. Los espacios internos no se dislocan excesivamente y se mantienen una unidad relativamente clásica. La corona española no estaba para demasiados gastos (en el XVII, siglo de crisis, generalizó el uso del ladrillo y no son abundantes las obras monumentales). La llegada de una nueva dinastía en el XVIII propició la remodelación de los edificios palaciegos siguiendo el gusto francés.

Períodos de la arquitectura barroca española:

Un primer periodo, hasta el segundo tercio del S. XVII. Persiste la influencia herreriana con plantas renacentistas, de gran sobriedad decorativa (chapiteles herrerianos rematados en bola y decoración en los entablamentos de triglifos pareados o ménsulas de perfil alargado).

De esta época el ayuntamiento de Madrid (1640), la fachada y el interior de la Clerecía de Salamanca (1617), el colegio de los Jesuitas (hoy sede de la  Universidad Pontificia), el palacio del Buen Retiro (1631-1633) y la Cárcel Real (1629-1634), hoy sede del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Por encargo de Felipe III, se construyó la Plaza Mayor de Madrid (1617-1619): planta rectangular cerrada con pórticos y una balconada de tres pisos, estructura de madera  cubierta de ladrillos (solo se conserva del original la parte baja, el resto se destruyó en el incendio de 1672).
Juan Bautista Creszenci (1577-1635), realizó la decoración del Panteón Real del Monasterio del Escorial. Pedro Sánchez y Francisco Bautista construyen la catedral de San Isidro de Madrid (1622) (la planta sigue, al igual que la Clerecía de Salamanca, el modelo creado por Vignola en la iglesia del Gesú de Roma, sobresale la decoración en la fachada de órdenes gigantes superpuestos y en el interior la cúpula encamonada.

El segundo periodo: final del XVII y XVIII. Se abandona la austeridad herreriana y se enriquece la decoración con elementos naturalistas, esculturas en relieves y frisos, elementos abstractos. Las plantas siguen siendo muy sencillas pero en los alzados (torres y cúpulas) aparecen una mayor variedad.

Alonso Cano (1601-1667), realiza la fachada de la Catedral de Granada (1667): tres arcos de medio punto cubren el paramento  rehundido, formado por dos cuerpos, el inferior con puerta de arco de medio punto y óculo, y el superior con óculos, utilizando pilastras de orden gigante y medallones como elementos decorativos.

José de Churriguera (1665-1725):  Retablo de San Esteban de Salamanca (1693), formado por grandes columnas salomónicas, recubiertas de elementos decorativos. Usa molduras partidas, baquetones ondulantes, hornacinas con figuras, una decoración donde abundan los dorados juntos a zonas policromadas. Se trata de un estilo fundamentalmente ornamental, recargado y exuberante denominado “churrigueresco”.
Churriguera, realiza como constructor obras menos recargadas y más racionales. Su hermano Joaquín (1674-1724), realizó el Colegio de Calatrava de Salamanca (1717) y el proyecto de la cúpula de la Catedral Nueva de la ciudad (1714). Su otro hermano, Alberto (1676-1740) realizó la traza de la Plaza Mayor (1729-1733), que sigue lade la Plaza Mayor de Madrid, con una mayor presencia de elementos decorativos (en ella se encuentra el Ayuntamiento (1755), obra de Andrés García de Quiñones que también finaliza las torres de la Clerecía y el patio interior de la misma).

El barroquismo llegó a sus últimas consecuencias con la obra de Narciso Tomé (+1742), el transparente de la Catedral de Toledo (1721-1732), donde se funden la arquitectura, escultura y pintura, consiguiendo gracias a la luz un imponente efecto escenográfico.
En Galicia, Fernando Casas y Novoa (+1749) levantó la fachada del Obradorio (1738-1749),  aunque del XVIII, por su concepción, pertenece al pleno barroco hispano. Recubre la antigua obra románica, subrayando la verticalidad, su ornamentación es recia y con predominio de la geometría.
En Andalucía, se usa fundamentalmente el ladrillo recubierto frecuentemente por ricas yeserías, hay dos focos principales, uno en Sevilla,  donde trabaja Leonardo Figueroa (1650-1730) cuyas obras más significativas son la Iglesia de San Pablo (1691-1709) y la Iglesia de San Luis (1699-1731) y la portada del Palacio de San Telmo (1724-1734) y el otro foco es Granada donde trabaja Francisco Hurtado Izquierdo (1669-1725), autor de la capilla del Sagrario de la Catedral de Granada (1704).
Vicente Acero  que en Cádiz, proyectó la Catedral (1720-29). Dentro de la arquitectura industrial es digna de mención la Fábrica de Tabacos (1726-1757) obra de Ignacio Sala y Sebastián van der Beer.
En la zona levantina, ya en el siglo XVIII se construye la fachada de la Catedral de Valencia (1703) obra de Conrado Rudolfo (+ 1732) autor de origen alemán, esta fachada cóncava, en un espacio muy pequeño rompe con la tradición hispana.
Jaime Bort (+1754) realiza la fachada de la Catedral de Murcia (1736-1753) planteada como un gran retablo con planos curvados y ornamentación rococó y la fachada del palacio del Marqués de Dos Aguas (1740-1744), ondulante y profusamente decorada.

El último periodo se desarrolla a lo largo del XVIII se caracteriza por reunir un grupo de construcciones en el que se mezclan las influencias italianas y francesas, sin ninguna conexión con el estilo del periodo anterior. 
Teodoro Adermans (1664-1725): el Palacio de San Ildefonso de la Granja (1721), que plantea un esquema cuadrangular con torres, posteriormente fue modificado por Juvara y Sachetti (1736) responsables de la fachada principal, que sigue el modelo de Versalles con extensos  jardines de trazado geométrico y fuentes.
Juan Bautista Sachetti  modificó el proyecto de Juvara para el Palacio Real de Madrid, comenzado en 1734, reduciendo sus dimensiones y aumentando su altura, un cuerpo sirve de basamento, en forma de alto zócalo almohadillado y en el cuerpo principal con dos pisos de ventanas se alternan columnas y pilastras de orden gigante, coronándose el edificio con una balaustrada.
De planta cuadrada, con salientes en los ángulos, gran patio central y un saliente en la fachada posterior correspondiente a la capilla.
El italiano Santiago Bonavia (+1759) remodeló el Palacio de Aranjuez (1748) y  Francisco Sabatini (1722-1797) amplió el Palacio del Pardo (1772), anticipando el neoclasicismo.
Francisco Carlier(+1760), construye la Iglesia de las Salesas Reales (1750-58), con una fachada sencilla pero una rica ornamentación interior.


LA ESCULTURA


El sentido propagandístico que asumió el arte del XVII determinó dos de las principales cualidades de la escultura barroca: el carácter efectista y teatral y la aproximación a lo real. 

Principales características:
*.- Tendencia a la representación naturalista. 
*.- Concede gran importancia a la representación de los estados anímicos y de los sentimientos, la expresión del contenido psicológico.
*.- La libertad compositiva y el dinamismo presiden todas las obras, lo que choca con el equilibrio y reposo renacentista, el movimiento se extiende en el espacio con la expansión de los miembros y la amplitud de los ropajes de los personajes.
*.- Plasmación del movimiento en un momento transitorio conseguido con el  predominio de la composición asimétrica, en la que las diagonales, lo escorzos y los contornos discontinuos, proyectan la obra hacia el espectador, con un carácter abierto y fuertemente expresivo.
*.- Se concede gran importancia a la iluminación, que incide sobre superficies diversas (unas veces muy pulidas y otras veces meramente desbastadas), creando una contraposición entre luces y sombras.
*.- Tienen carácter eminentemente decorativo, es decir, no suele concebida para su visión aislada, sino para ser contemplada integrada en un conjunto más amplio.
*.- Utilización preferente de la piedra, mármol y bronce, enriquecidos al sometérselas a distintas labras. Es frecuente la búsqueda de la policromía (mármoles de colores, bronces dorados ...).

*.- Desde el punto de vista temático, predomina el tema religioso en los países católicos, cuya temática se amplía con la inclusión de nuevos santos, prestándose especial atención a los momentos gloriosos o dramáticos, martirios, éxtasis, como expresión de los ideales contrarreformistas.
*.- También se desarrolla las representaciones de los reyes y poderosos, muchas de estas representaciones son ecuestres.
*.- En la escultura funeraria se exalta el poder y las virtudes del difunto, que suele ser presentado en actitud heroica, aparecen detalles que muestran la fragilidad y lo efímero de las glorias terrenales.
*.- La temática mitológica se desarrolla en jardines y palacios. Debido al auge urbanístico del barroco, se desarrolla un tipo de escultura destinada a la ornamentación de la ciudad, dotada generalmente de significación alegórica, en forma de decoración múltiple para las fachadas y fuentes.

*.- En los países protestantes, por su condición iconoclasta, la escultura alcanzará  menor desarrollo, quedando reducida a los temas funerarios, a los retratos y a las obras encargadas por las corporaciones y Ayuntamientos.

Italia:

Bernini. 
Juan Lorenzo Bernini (1598-1680), es el autor más representativo de la escultura barroca en Italia. Autor prolífico, unió al dominio perfecto de la técnica aprendida de su padre (escultor manierista) el estudio de los modelos clásicos y renacentistas.
Características:
*.- Representación de las figuras en el momento de máxima tensión.
*.- Uso de los efectos y contrastes de luces y sombras.
*.- Uso del ropaje como medio expresivo, para subrayar el sentimiento de la figura y el impacto emocional de esta.
*.- Uso de la forma serpentinata.
*.- Creación de nuevos modelos iconográficos: santos, tumbas, estatuas ecuestres, retratos, fuentes.
*.- Sentido escenográfico, que integra diferentes manifestaciones artísticas: arquitectura, escultura y pintura.

En el David (1619) muestra al personaje bíblico en el acto mismo de arrojar la piedra.  Hasta los labios fuertemente apretados transmiten la intensa concentración y esfuerzo de este momento. No sólo contemplamos la acción sino que nos sentimos atrapados en ella. Hay detalles: los dedos del pie derecho, por ejemplo, están contraídos sobre el borde del plinto para conseguir un agarre mayor que contribuyen a una acción de inmediatez. A esta época juvenil pertenece. El grupo de Apolo y Dafne (1621) de gran dinamismo, muestra el momento en que Dafne se convierte en árbol de laurel al contacto con los brazos de Apolo.

Para acentuar la importancia de la tumba de San Pedro y el altar mayor dentro de la Basílica de San Pedro del Vaticano, Urbano VIII encargó a Bernini un baldaquino sobre la tumba y el altar.
Un baldaquino de bronce (1635) de 29 metros de altura. Una obra en la que la escultura y la arquitectura se funden. Sus cuatro grandes columnas salomónicas mantienen una conexión visual con la arquitectura que le rodea (por arriba y lateralmente).
 Al ser de bronce, la riqueza decorativa crea eficaces conexiones visuales. Las columnas y la corona de cuatro  brazos que se curvan hacia arriba y hacia dentro, vistos desde el fondo de la nave, se hacen eco de los grandes pilares centrales y de la cúpula superior, centrando la atención con la misma eficacia que la bóveda en el proyecto de Miguel Angel.

La Cátedra de San Pedro (1666), concebida para cubrir la decoración del ábside de la basílica vaticana, los cuatro padres de la Iglesia sostienen el trono del apóstol bajo una gloria evangélica dispuesta en torno a una ventana oval con vidriera, la silla se montó a una altura suficiente para que pudiera verse por encima del altar desde la nave, rodeada de nubes doradas y parece flotar hacia el cielo,  la luz de por ella penetra forma parte del conjunto tanto física como espiritualmente, ya que simboliza la luz divina que ilumina al Papado.

La estatua de San Longino (1638), en el crucero de la basílica vaticana, su gesto heroico  y la amplitud y agitación de los ropajes es otra obra típicamente barroca.

El Éxtasis de Santa  Teresa (1645-1652) para una capilla  de la iglesia romana Santa María della Vittoria pretendía despertar una emoción fuertemente religiosa. La función del grupo de Santa. Teresa era que la persona arrodillada bajo el altar penetrase en la mística experiencia de la Santa.
 Bernini nos ofrece una imagen momentánea: el momento en que el ángel levanta el dardo para volverlo a clavar e insuflar de amor por Dios a Teresa. La Santa esculpida en mármol pulido blanco, cae desvanecida mientras los rayos dorados de la iluminación divina se esparcen desde arriba, aclarados por una ventana oculta, en la bóveda superior los cielos se abren revelando ángeles y la autenticidad de la visión queda reforzada por la irrupción de la estructura arquitectónica hacia nosotros y por la presencia de figuras de fieles esculpidas en balcones a cada lado de la capilla poco profundas. 
 El efecto escenográfico, tan barroco, está plenamente conseguido: nos sentimos intrusos en la escena, donde escultura, arquitectura y pintura se funden en una sola cosa. En esta escultura se asumen algunas cualidades de la pintura.  La situación del grupo dentro de su marco arquitectónico, la iluminación procedente de la ventana oculta refuerzan la impresión de color que proporciona el dorado y los mármoles de colores. También los ángeles y las nubes pintadas en la bóveda tienen una cierta cualidad escultórica. 

En las esculturas funerarias, Bernini, crea un tipo escultórico que pretende la exaltación del difunto, al que coloca sobre un podium rodeado de  figuras alegóricas de méritos y virtudes, sobresalen el mausoleo del Papa Urbano VIII  (1647) y el de Alejandro VII (1671).

Entre sus obras urbanísticas, sobresalen las fuentes: Fuente de los Cuatro Ríos (1648-51) en la plaza Navona de Roma: la fuente central consta de un obelisco egipcio, y en cada costado la representación de los ríos más caudalosos obra de sus discípulos, el Nilo por Fancelli, el Danubio por Raggi, el Ganges por Porissimi y el Río de la Plata por Baratta, la obra se inauguró en 1652.
Otras fuentes decoraron las plazas romanas, la de Barcaccia en la Plaza de España, la de los Tritones (1642) en la Plaza Barberini, proyectó la Fontana de Trevi, modificada y reconstruida en 1733 por Salvi.
También ejecutó el obelisco sobre elefante, en la Plaza de Santa María Sopra Minerva.

Como retratista su labor fue muy abundante, suele elegir momentos transitorios, pero siempre dinámicos y arrogantes en los que expresa la posición social o el carácter de los modelos. Bernini, marcó escuela, muchos autores siguen sus modelos.

La imaginería española. 
La escultura barroca española se caracterizó fundamentalmente por:
*.- La temática tratada es casi exclusivamente religiosa, solo en el ámbito de la Corte habrá escultura monumental. Los temas mitológicos y profanos estarán ausentes.
*.- Se siguen realizando retablos, donde aparecen figuras exentas y algunas veces en bajorrelieve.
*.- Los artistas destacan en el campo de la imaginería: figuras exentas para iglesias, conventos y “pasos” para las procesiones de Semana Santa.
*.- El material más empleado es la madera, siguiendo la tradición hispana,  se abandonará la técnica del estofado a lo largo de este periodo, posteriormente se policroma.
*.- Desarrollo del sentido realista, las imágenes aparecen con ricas vestiduras, cabellos reales, ojos y lágrimas de cristal.
*.- Los artistas logran la expresión de los sentimientos en las figuras: dolor, angustia, muerte, extasíes. 
*.- La finalidad de las esculturas es sugerir una profunda emoción religiosa en el espectador.

En el siglo XVII se distinguen dos escuelas:

ESCUELA CASTELLANA
ESCUELA ANDALUZA
Realismo exagerado
Huida de la exageración
Plasmación del dolor y la crueldad, con abundancia de sangre, realismo por tanto hiriente.
Realismo un tanto idealizado
Dinamismo
Serenidad
Tendencia a la caricatura en los personajes malvados
Imágenes equilibradas
Fuerte modelado
Modelado suave
Rostros expresivos
Belleza y equilibrio
Centros: Valladolid y Madrid
Centros: Sevilla, Granada, Málaga

En el siglo XVIII, Murcia se convirtió en el foco artístico más importante.

En la escuela castellana destaca Gregorio Fernández o Hernández (1576-1636),  nacido en Galicia, en el primer tercio del siglo XVII. Trabajó en Valladolid donde consiguió un gran prestigio. Su Cristo Yacente (1614) de el Pardo es un tipo iconográfico propio que repitió en otras ocasiones. El modelado del cuerpo de Cristo es perfecto, el realismo patético, con abundancia de sangre.
Otras representaciones de Cristo, es el Cristo a la columna, donde la expresión del dolor alcanza niveles muy altos. Los crucificados con tres clavos y el Cristo ya muerto. 

El tema de la Piedad (1616), la Cruz a cuestas, el Descendimiento en las que los gestos y actitudes que acentúan el patetismo pretenden despertar el fervor popular. Las Inmaculadas. En todas sus figuras son característicos los plegados angulosos, casi metálicos de los paños de sus figuras. También realizó varios retablos como el de la Catedral de Plasencia (1625), el de las Carmelitas calzadas de Valladolid, con el magnifico relieve de Bautismo de Cristo (1630).

Tuvo una gran cantidad de discípulos, que perpetúan los tipos, creaciones y estilo del maestro.
El portugués Manuel Pereira (1588-1683), se especializó en la realización de figuras de piedra para las portadas de los edificios religiosos, Portada de San Isidro el Real, su realismo es sereno, sus figuras se caracterizan por la talla suave y curvilínea, es suma por un mayor clasicismo. Además de sus Cristos y el San Bruno (1652) de la Academia de San Fernando de Madrid en piedra y el de la Cartuja de Miraflores, en madera.
En la Corte del siglo XVII, los monumentos erigidos para la exaltación de los reyes, son obra de extranjeros, el retrato ecuestre de Felipe III es obra de Juan de Bolonia y el de Felipe IV es obra de Pietro Tacca.

En la escuela andaluza destacan Juan Martínez Montañés (1568-1649), Alonso Cano (1601-1667) y Pedro de Mena y Medrano (1628-1688).
El comercio de América había convertido a Andalucía en la zona más rica de esa época, siendo Sevilla y Granada los polos de atracción del arte del XVII.
En contraposición a la escuela castellana, Martínez Montañés, es la serenidad, el clasicismo, el sosiego y la búsqueda de la belleza.  De talla muy modelada, sus grandes paños dan grandiosidad a la imagen.  Su devoción va más dirigida al alma que a los sentidos, distando mucho su equilibrada policromía, del desgarrado color castellano.
Todo esto se aprecia en El Cristo de la Clemencia (1603) en el que crea el tipo de Cristo andaluz, muy humanizado, casi sin notas sangrientas, el Retablo de Santo Domingo (1605)  y San Jerónimo.
Su Inmaculada (1628-31)  de la Catedral de Sevilla, (La Cieguecita), representa a joven ingenua, serena  y melancólica, plena de dulzura y belleza. 

Alonso Cano gana en hondura expresiva y en dinamismo a su maestro Martínez Montañés.
La búsqueda de la perfección, del equilibrio y la idealización de los modelos, la plasmación de una aplacible serenidad en sus figuras sustituye el dramatismo de otros autores.
Es el primer escultor andaluz que abandona la técnica del estofado. En el retablo de Santa María de Lebrija (1628-38), en su hierática imagen central se advierten algunas de sus características: inclinar la cabeza a la derecha, el manto caído dejando al descubierto uno de sus hombros, el apuntamiento de la figura hacia los pies, la superficie ondulada de los paños.  En la Inmaculada del Facistol (1655) ; su aspecto fusiforme, de pequeño tamaño, cabeza inclinada, grandes ojos, cabellos largos y actitud recogida,  tuvo posteriormente imitadores. 
Otras obras dignas de mención son: el San Diego de Alcalá, en la Catedral de Granada la Virgen de Belén y  los bustos  de San Pablo, Adán y Eva.

Pedro de Mena, mucho más directo y realista, comunicaba fácilmente los estados de ánimo. Gusta de la representación de los temas ascéticos y dolientes, la Magdalena Penitente (1664) del Museo de Valladolid, y el San Francisco de la Catedral del Toledo, de gran tensión dramática. Otra de sus creaciones son los bustos de la Dolorosa y el Ecce Homo, con frecuencia formando pareja, que consigue una gran fuerza expresiva del patetismo y dolor. Realizó también la sillería del coro de la Catedral de Málaga (1658), con cuarenta representaciones de santos.

El gran imaginero murciano del siglo XVIII, Francisco Salzillo (1707-83), autor de magníficos pasos de Semana Santa: la Caída (1752) completado con  las imágenes independientes de la Verónica (1754), San Juan y la Dolorosa (1755), el paso de la Oración del Huerto (1752), su obra maestra, la Cena (1760), el Prendimiento (1756), el de la Flagelación (1778).Al final de su vida, desde 1776, se dedicó a realizar el Nacimiento, casi un millar de figuras, de gran colorido y vitalidad en vestuarios, algunas de cuyas figuras están ya dentro del pleno rococó.


PINTURA

El interés persuasivo de la Iglesia y la monarquía y la valoración de la burguesía protestante de lo individual y lo cotidiano determinaron la principal cualidad de la pintura barroca: su vinculación a la realidad. Los artistas barrocos usan la novedad formal plasmando en sus obras aquello que el manierismo rechazaba: la realidad y la naturaleza. 
Debido al independiente desarrollo de las escuelas pictóricas no son muchas las notas comunes que caracterizan a la pintura barroca. No obstante se pueden destacar algunas:

*.- Realismo. Se  buscan los modelos de la naturaleza, sin proceder a su idealización, incluso llegando al  naturalismo. Preocupación por la representación del estado psicológico y de los sentimientos (dolor, alegría). La luz se pone al servicio del realismo.
*.- Predominio del color sobre el dibujo. En los grandes maestros las manchas son las definidoras de las formas (Velázquez o Rembrandt).  Se pintan las cosas como se ven en la realidad, con manchas de color y luz, perdiéndose los detalles y con el contorno no precisado. 
*.- Profundidad continua. Se abandona el rigor de la perspectiva lineal para lograr la sensación de profundidad, se utilizan líneas convergentes, series de escorzos, un primer término desmesurado, un primer término oscuro, juegos de luces, plasmación de efectos atmosféricos
*.- Hegemonía de la luz. Se abandona el esfumato de Leonardo se pasa a planos de luz y sombras donde las formas se dibujan con gran precisión.  El barroco es el arte de plasmar pictóricamente la luz y en correlación, la sombra juega un papel hasta entonces inédito, especialmente en el Tenebrismo.
En el Barroco la forma se subordina a la luz, y en algunas ocasiones las formas pueden desvanecerse por debilidad o intensidad del centelleo luminoso.
*.- Libertad en la composición. Composición asimétrica y atectónica. Se prefiere todo aquello que muestre desequilibrio o sugiera que la escena continúa más allá de los límites del marco.
Esta composición atectónica se consigue mediante las líneas diagonales que sustituyen a las composiciones piramidales del siglo anterior. A veces se usan formas partidas que indican que no todo cabe en la tela.
*.- Preocupación por plasmar el movimiento.  La pintura barroca es la pintura de la vida y ésta no puede representarse bajo formas estáticas.
 La turbulencia se antepone a la quietud. Las figuras son inestables y los escorzos y ondulaciones se multiplican. A veces este movimiento no existe y el exceso de quietud  y austeridad se relaciona con la trascendencia religiosa.
*.- Técnicas. La importancia del color y el deseo de mostrarlo en toda su brillantez hace que se abandone el temple y se generaliza el óleo y el uso del lienzo, a veces de grandes proporciones.
La pintura sobre tabla casi se abandona. La técnica del fresco se sigue utilizando para la pintura decorativa de las paredes.
*.- Temas.  Aquí es donde la multiplicidad de escuelas provoca una absoluta variedad en los temas. 
*.- En los temas religiosos  abundan la representaciones de la Virgen, como Inmaculada Concepción, la Piedad, los pasajes evangélicos más relevantes, la caridad, los sacramentos (en especial la penitencia y la eucaristía), series sobre la vida de los santos y sus experiencias religiosas, la visión de la muerte.
*.- El desnudo es proscrito de las representaciones religiosas, persistiendo únicamente en las alegorías y mitologías. 
*.- La fábula pagana se cultivará en Francia y Flandes. 
*.- Los holandeses destacarán en el retrato de grupo y el paisaje se convierte en género independiente y dentro de él temas especiales como, escenas realistas ( de interiores y de vida cotidiana), marinas, batallas navales, etc. 
*.- También se desarrolla el cuadro de arquitectura, el bodegón, los de naturalezas muertas.

pintura italiana.

Miguel Angel Merisi, il Caravaggio, (1573-1610):

Revolucionó la pintura italiana del XVII.  Destaca en su obra el naturalismo (rechazando la idealización clásica). En una escena, incluso religiosa, introduce lo vulgar, lo cotidiano, a la gente corriente sin ningún tipo de idealización. En algún caso se le acusó de de falta de respeto hacia el tema y los personajes representados.
Destaca también su Tenebrismo que acentúa el realismo: realza sus figuras y escenas por los efectos de luz, haciéndolas destacar sobre el fondo oscuro, la luz no se difunde suavemente, sino que surge de un vano lateral y cae sobre las figuras, sobre la escena, delimitando claramente las formas iluminadas en las que los colores son vivos e intensos yse contraponen con las zonas oscuras. 

Algunas de sus obras: La Vocación de San Mateo, en la que Cristo y un apóstol se acercan desde la derecha, Mateo, el recaudador, está sentado junto a unos amigos y parece ser el único en comprender que Cristo se dirige a él.
El brazo extendido de Jesús parece estar a una gran distancia, pero existe una corriente psicológica, casi tangible, que fluye de Cristo al recaudador. La atención se concentra en la mano de Cristo, que evoca la de Dios Padre de Michelangelo en la Sixtina.
La intensa luz diagonal acentúa las expresiones faciales y desataca sólo los elementos esenciales, reforzando la corriente psicológica que parte de la mano de Cristo. Un cuidado repertorio de horizontales y verticales (ventanas, línea de cabezas de Mateo y compañeros) y su contraste con las diagonales secundarias (espada y piernas de los caballeros), y todo resaltado por una luz focal.

 Los cuadros de la iglesia de Santa  María del Popolo (1600-01), la Crucifixión de San Pedro y la Conversión de San Pablo.
Fuera del género religioso, destacan los retratos de Paulo V y el del Caballero de Wignacourt, el Baco joven dentro del género mitológico y Canasta de frutas dentro del bodegón.

Los Carraci, (Aníbal (1560-1609), su hermano Agustín (1557-1602) y su primo Luis (1555-1619), formaron una academia de pintura en Bolonia, donde sostuvieron que la creación pictórica debe seguir unas normas fijas, estas normas proceden de las enseñanzas de grandes pintores renacentistas: Miguel Angel, Rafael, Leonardo.
Se trata de un eclecticismo que  permita la expresión de un realismo idealizado, que busca la belleza ideal, que matiza la realidad, que expone las cosas no como son sino como deberían ser. Esta corriente tuvo una gran acogida entre los medios eclesiásticos que rechazaban el naturalismo de Caravaggio por sacrílego y entre los medios intelectuales porque resucita las posibilidades del mundo mitológico y alegórico. La naturaleza por la que se interesan los Carraci, es una naturaleza ordenada, un paisaje bello, sereno y equilibrado.

Las características básicas de estas dos corrientes.

CORRIENTE NATURALISTA. Caravaggio
CORRIENTE CLASICISTA. Carraci
Inspiración en la realidad
Reacción contra los excesos manieristas
Utilización de modelos reales, generalmente de personas de aspecto rústico
Creación de modelos para la representación de pinturas mitológicas
Representación de lo deforme y el dolor
Representación de una realidad idealizada
Importancia del claroscuro, tenebrismo
Colorido de influencia veneciana
Empleo de la luz artificial e intencionada para resaltar las formas más significativas
Temas populares y religiosos
Dramatismo y violencia
Composiciones ordenadas y elegantes de herencia renacentista
Técnica de óleo sobre lienzo
Empleo de la técnica del fresco


Pintura decorativa:
Se desarrolla  a lo largo del S XVII, la paredes y techos de iglesias y palacios  se cubren de pinturas, impulsadas por la Iglesias y la Aristocracia, con la finalidad de impresionar y envolver al espectador, convenciéndolo de la grandiosidad, veracidad y legitimidad del poder que representan.
Las características fundamentales  de esta corriente:
*.- Decoración de bóvedas y muros.
*.- Perspectivas ilusionistas y escenográficas integradas en la arquitectura.
*.- Movimiento de figuras en vuelo en cielos abiertos.
*.- Ilusionismo y teatralidad.
*.- Gran riqueza cromática.
Sus autores más representativos son:
Pietro da Cortona (1596-1669): Además de arquitecto, es el creador de este ilusionismo decorativo,  recibe influencias de los Carraci, del Veronés, del Correggio y de la escuela flamenca. Decoró las bóvedas de los palacio Barberini y Pamphili de Roma y el palacio Pitti de Florencia.
Andrea Pozzo (1642-1709): Jesuíta, su obra maestra es la decoración de la bóveda de la Iglesia de San Ignacio de Roma, con la representación del Triunfo de San Ignacio, en ella finge una arquitectura que prolonga los elementos arquitectónicos reales, incluso simula una gran cúpula que no existe, creando unos extraordinarios efectos de ilusión óptica.
 

La pintura flamenca y holandesa. Rubens y Rembrandt.

Escuela Flamenca:

 Flandes, la actual Bélgica, permaneció unida a la corona española y a la Iglesia de Roma, lo que explica su identificación con los ideales de la contrarreforma y la pujanza de la temática religiosa. Por otro lado la aristocracia impulsó el desarrollo de los asuntos profanos o mitológicos que se plasman con un carácter sensual y exuberante en grandes lienzos que cubren las estancias palaciegas.

 Los temas costumbristas, las fiestas aldeanas, las bodas, son tratados y, en ellos, el optimismo y la alegría los careacterizan. En los bodegones y en las naturalezas muertas, abundan las grandes piezas de caza, los alimentos y las frutas.

Pedro Pablo Rubens (1577-1640):
 Es el pintor más importante de esta escuela. En su pintura confluyen la tradición realista flamenca y las influencias italianas. En sus obras se detacan:
*.- Dinamismo y vitalidad.
*.- Composiciones abiertas y predominio de las líneas diagonales y curvas.
*.- Rico colorido de influencia veneciana.
*.- Pincelada suelta y rápida.
*.- Sensualidad y voluptuosidad.
*.- Predominio del desnudo femenino y de las formas gruesas femeninas.
*.- Gran variedad de temas: religioso, mitológico, retratos, paisajes...

Pintor muy prolífico, se le han llegado a atribuir más de tres mil obras, aunque una gran parte de ellas corresponden a su taller.

De su primera etapa son las obras religiosas: Bautismo de Cristo, la Transfiguración, el Levantamiento de la Cruz (1610) y el Descendimiento (1611). La Piedad, la Adoración de los Magos (1609), la Flagelación y la Sagrada Familia (1632-34).
Gustó de retrato femenino, utilizando como modelos a Isabel Brandt, su primera esposa y a Elena Fourment  su segunda esposa, tras enviudar, en 1626.
Trabajó con mayor libertad, en los temas mitológicos o paganos, con una gran colorido, y un tratamiento del desnudo femenino que muestra su gusto por las formas gruesas y las pieles nacaradas, como el Rapto de las Sabinas (1635-37), El Juicio de Paris (1638), Las Tres Gracias (1636-38), la Vía Láctea.

Como paisajista es el creador del paisaje flamenco, gusta de los suelos ondulados, los árboles retorcidos, los caminos serpenteantes, todo lo que pueda reafirmar el dinamismo y el vitalismo, como en el Regreso al Campo (1632-34).

Realizó gran cantidad de retratos de los personajes importantes de la época, siendo un gran fisonomista a la vez que presta atención a telas y adornos o joyas, con una menor preocupación por captar la psicología del personaje representado, retrato ecuestre del Duque de Lerma (1603), de María de Medicis (1620).


Antonio Van Dyck (1599-1641):
Nacido en Amberes, con 18 años ya fue admitido en el gremio de los pintores y con 21 se convirtió en el principal colaborador de Rubens, tras abandonar el taller del maestro paso por Italia (Roma, Génova, Venecia), estableciéndose en Londres en 1632, hasta su muerte en 1641.

En su primera etapa sobresalen los temas religiosos el Beso de Judas, la Coronación de Espinas, la Virgen del Rosario,  en los que muestra un gran influencia de su maestro.
Sin embargo es el género de los retratos el más característico de su obra, puede ser considerado el creador de la escuela inglesa del retrato, del rey Carlos I (1638), de Guillermo II de Orange y su Esposa, el autorretrato del pintor y Sir Edmion Porter (1635), En todos ellos dignifica al retratado  con un exquisito refinamiento tanto en las actitudes en los que les representa como con las tonalidades plateadas que acentúan su aspecto distinguido y elegante.

Jacobo Jordaens (1593-1678):
Es discípulo de Van Noort, maestro de Rubens y posteriormente discípulo y colaborador de Rubens. En sus obras religiosas y mitológicas sigue a su maestro. En él domina el colorido y las formas, pero la influencia del naturalismo y de la escuela flamenca, le llevan a prestar atención a los temas costumbristas que plasma con verdadero realismo, prefiriendo los modelos populares, los ambientes rusticos, y los juegos de luces del tenebrismo.
Jordaens es el maestro de una escuela pictórica de tendencia popular que se desarrolla paralelamente a la pintura oficial. Ejemplos El Rey bebe (1638-40) o El Sátiro en casa de un campesino (1617-1620).

Escuela Holandesa:
En los Países Bajos, (actual Holanda), independiente de hecho desde principios del XVII y reconocida como tal por la Paz de Westfalia de 1648, fue defensora de los ideales religiosos reformistas y generó una escuela pictórica independiente.
 El desarrollo del protestantismo, provocó la total desaparición de los imágenes, reduciendo el tema religioso a la representación escasa de escenas bíblicas.  La severidad de las costumbres se tradujo en la ausencia de obras de temática mitológica.
 La burguesía se convirtió en clienta de una pintura en la que el artista, no disfrutó del reconocimiento social que disfrutó en otras zonas de la Europa Barroca. Sus obras, destinadas a decorar las dependencias burguesas, son de escaso tamaño y muy numerosas.
Además del retrato, individual y colectivo, los interiores burgueses o escenas domésticas, las escenas costumbristas, los paisajes, las representaciones de animales, las marinas y los bodegones serán los géneros predominantes.

 Entre los retratistas sobresale Frans Hals (1580-1666). Creador del retrato colectivo, trata de pintar figuras que forman un conjunto, que se relacionan, que se comunican unas con otras, son retratos de corporaciones, donde los directivos de estas entidades deseaban perpetuar su paso por las  mismas, como el Banquete de los Oficiales de la Milicia de San Adrián (1627), los Arcabuceros de San Jorge (1639) y los Regentes del Hospicio de Ancianos (1664).
Aunque al principio Hals pintó retratos de personas aisladas, con un colorido vivo y alegre, luego su colorido se redujo a tonos más serios, en los que predominan el blanco y el negro. Su capacidad para reproducir en las figuras la psicología del retratado es característica.

Rembrandt Van Rijn (1606-1669):
Es el pintor más importante de esta escuela. Destacar en sus obras:
*.- Influencia de Caravaggio en el realismo y en la utilización de la luz.
*.- Empleo del claroscuro que se degrada en doradas penumbras. La luz tiene valor simbólico y psicológico, a la vez que formal.
*.- Utilización de formas sugeridas por manchas densas y amplias.
*.- Pincelada suelta y de grandes y espesos empastes.
*.- Realismo impregnado de idealismo y espiritualidad.
*.- Preocupación por captar la psicología del retratado, su estado anímico.
*.- Gran variedad de temas: religioso, mitológico, retratos, retratos colectivos, bodegones, paisajes.

Pintor de gran cultura,  se interesó por los temas más variados. Tema mitológico: Danae (1636). Tema histórico: Aristóteles contemplando el busto de Homero (1653). Tema religioso: La cena con Emaus (1628-29), Negación de San Pedro (1660), el Descendimiento (1634).  Tema costumbrista: Joven bañándose (1655), Buey desollado (1655). Retratos individuales: varios autorretratos, Retrato del pintor con Saskia. Retratos colectivos: Ronda de Noche (1642), Los Síndicos de los Pañeros (1661), La lección de anatomía del Doctor Tulp (1632).

Otros autores de esta escuela son:

GÉNERO
AUTORES
Bodegón
Claesz (+1661)
Heda (+1680)
Kalf (+1693)
Paisaje
Salomon Ruysdael (+1670)
Jacob Ruysdael (+1682)
Meindert Hobbema (+1709)
Willem van Velde (+1692) - Marinas
Jean van Goyen (+1656) - Ríos
Costumbres
Adrián van Ostade (+1685)
Pieter de Hooch (+1683)
Gabriel Metsu
Interiores burgueses
Gerard Teborch (+1681)
Veermer de Delft (+ 1675)
Animales
Wouwerman (+ 1668) – Caballos
Albert Cuyp (+1691)
Paul Potter (+1654) – Vacas

La pintura española. 
Características que la definen:
*.- El mecenazgo de la Corte y la Iglesia.
*.- Ausencia de lo heróico y los tamaños superiores al natural. Se prefiere un equilibrado naturalismo,  se opta por la composición sencilla y nada teatral o escenográfica.
*.- Predominio de la temática religiosa, especialmente en su expresión ascética o mística, tratada con sencillez y credibilidad.
*.- Ausencia de sensualidad.
*.- Influencia del realismo y del tenebrismo de origen italiano.
*.- Otros temas son el retrato, la mitología, el bodegón, sobe todo en Zurbarán y Sanchéz Cotán, Velázquez incorpora del paisaje y la fábula pagana y el género histórico.

Tres focos artísticos: Valencia, Sevilla y Madrid.

Corriente naturalista: Ribera y Zurbarán. 
Durante el reinado de Felipe III subsistieron las últimas influencias del manierismo italiano. Poco a poco se fue dejando sentir la influencia de Caravaggio en la escuela tenebrista española.

La figura más destacada de ese momento es Francisco Ribalta (1564-1628). Es probable que fuera en el Monasterio del Escorial donde conociera las obras de los pintores italianos en las colecciones reales, quizás viajó a Italia entre 1616 y 1620 y allí conoció directamente las obras de Caravaggio.
Destaca en él el tratamiento de los temas místicos, donde el tenebrismo suele ser ostensible, además del brillante colorido y la seguridad en el dibujo.

José de Ribera (1591-1662)
A mediados del XVII, Felipe IV y su valido, el Conde-duque de Olivares convirtieron la Corte en el principal centro artístico de la Península.
El mejor exponente de la corriente tenebrista española fue José de Ribera.
Nacido en Játiva (Valencia) Establecido en Italia desde1611, recibió el apodo de “Il Spagnoleto”, nunca más volvería a España, instalándose definitivamente en Nápoles en 1616. Quizá pudo haber trabajado en el taller valenciano de Ribalta, donde se inició en el tenebrismo.
El naturalismo temático de Ribera se centró en la pintura de personajes ancianos, mendigos y santos,  siempre pintados con una gran dignidad, sin exacerbar el sentido cruel o morboso, desmostrando un perfecto dominio de lo anatómico como en El Martirio de San Bartolomé (1639).
Algunos estudiosos han notado en Ribera un afán constante de representar la ruina del cutis humano.  Aparece como el pintor de las frentes arrugadas, los dedos ásperos, los muslos delgados que permiten la visión de los huesos.
En su repertorio figuraron también, protagonistas femeninos que destacaron por su encanto: la Virgen en la Inmaculada (1635), el triunfo de María Magdalena (1636), y algunas santas como Santa Inés (1641), que corresponden al periodo más crucial de su carrera artística.
A partir de la década de los 40, su visión naturalista se disgregó cada vez más hacia una mayor sensualidad, el color se volvió más refinado y la luz más difusa, superando el tenebrismo inicial.

Destacó también como grabador. Aunque sus temas más frecuentes son los religiosos, también realizó pintura de género mitológico y retratos de personajes. A veces, como retratista, no tuvo pudor en representar las deformidades humanas: la mujer barbuda (1631) o el Patizambo (1642).

Francisco de Zurbarán (1598-1664)
Nacido en Fuente de Cantos, se traslada a Sevilla, en 1614, formándose en el taller de Pedro Díaz de Villanueva, un pintor de imágenes.
De este período es Santa Casilda  para la que quizás utilizó un modelo escultórico, en la que sobresale una de sus características fundamentales: la riqueza del colorido y el uso suave del mismo.

Su obra es muy abundante. En ellas se puede distinguir un primer periodo en el que hay una presencia del tenebrismo y del espiritualismo ascético. Luego evolucionó a las formas suaves y delicadas propias de la escuela sevillana.
Las obras más conocidas de Zurbarán son los santos de las Ordenes Religiosas. Dota a sus figuras de un gran naturalismo y de un profundo espíritu religioso. Se ha hablado de Zurbarán como del pintor de monjes, aunque los temas monacales en realidad sólo representan aproximadamente la mitad de su producción.  Sus personajes, aún en composiciones de numerosas figuras, presentan una característica muy específica: su aislamiento y su independencia respecto a los demás. 

En cuanto a sus obras conventuales, se pueden destacar tres conjuntos:
1. La serie  del Convento de la Merced (desde 1628), en el que sobresale la Visión de San Pedro Nolasco (1629) en la puede apreciarse ese tratamiento individualizado y el característico modelado de los tejidos, 
2. La serie de la Cartuja de Jerez (desde1637)
3. La serie el Monasterio de Guadalupe (1638-1645). 

El mejor período de su carrera artística fue la década de los 30, en ella realiza Santo Tomás de Aquino (1631), que sobresale por su realismo, la riqueza del colorido y la fuerza expresiva del rostro.
En 1634, fue llamado a la Corte para participar en la decoración del Salón de Reinos del Buen Retiro (La Defensa de Cádiz contra los ingleses y la serie de los Trabajos de Hercules). 
Sus bodegones, aunque escasos fueron muy notables, sus naturalezas muertas son una mera y simple exposición de objetos.

El pleno barroco: Velázquez. Murillo.

Diego de Silva y Velázquez (1599-1660)
En 1611, con doce años, tras un corto periodo como aprendiz en el taller de Francisco Herrera el Viejo, ingresa en el taller de Francisco Pacheco, con cuya hija contraerá matrimonio.

Etapa de formación (1617-1622)
A los 18 consiguió licencia para pintar, de sus maestros tomó los principios manieristas y academicistas además del tenebrismo. En este periodo, caracterizado por el tratamiento naturalista, sus temas preferidos son los:
*.- Bodegones con figuras: El aguador de Sevilla (1620), Vieja friendo huevos (1618)
*.- Retratos: Retrato de Sor Francisca Jerónima de la Fuente (1620)
*.- Escenas religiosas: Cristo en casa de Marta y María, la Adoración de los Magos (1619)
Características de este periodo son: el tenebrismo, con los fuertes contrastes de luces y sombras, predominio de los colores terrosos, sencillez en la composición.

Etapa de madurez (1623-1660)
Este periodo puede subdividirse a su vez, en tres, coincidiendo los hitos con sus viajes a Italia.
1623-1631:
Velázquez viaja a la Corte, logrando su propósito de establecerse en ella, hay un abandono de la temática religiosa y de los bodegones, para concentrase en el género retratista.
Estos retratos, tienen como características: la sencillez en la composición, el realismo, la escasa preocupación por los fondos, la elegancia que emanan los personajes y el estatismo. Son retratos de cuerpo entero, en busto y de tres cuartos. Sobresalen diversos retratos del monarca y del Infante Don Carlos (1625-28) y los primeros retratos de bufones.

El encuentro con Rubens, que visitó Madrid en 1628, le orientó hacia el humanismo y la mitología, además de animarlo a continuar su formación en Italia. Antes pintó Los Borrachos o el Triunfo de Baco (1629), en él muestra al Baco mitológico entre campesinos andaluces, señalando la principal característica de su pintura mitológica, la concepción burlesca e irónica de la misma.

Desde 1629 a 1631 realizó el viaje a Italia, donde conoció la obra de los pintores renacentistas romanos y venecianos, visitando además Ferrara y Nápoles, donde contacto con el pintor español Ribera. Durante este viaje realizó La Fragua de Vulcano, de género mitológico  y la Túnica de José. En ellos se advierte la influencia de los pintores italianos.

1631-1648:
Período del apogeo del maestro, la influencia italiana hace que su dibujo se haga más suelto, sus figuras pierden rigidez, el espacio se llena de aire, presagiando la perspectiva aérea y se colorea de grises, ocres y verdes suaves y armónicos. La producción pictórica en esta etapa es muy abundante.
De este periodo son los cuadros religiosos: Cristo crucificado del Prado (1631), la Coronación de la Virgen y los Eremitas, Cristo atado a la columna (1632).  Entre sus retratos: El Conde-Duque de Olivares (1638), Felipe IV, el Príncipe Baltasar Carlos (1635); retratos ecuestres: Felipe IV y Don Fernando de Austria (con traje de caza); y los retratos de los bufones Pablillos de Valladolid, el niño de Vallecas, el primo.
Dentro del género histórico, pinta la Rendición de Breda o Las Lanzas (1634-35).
Además los retratos imaginarios de los filósofos Esopo y Menipo.

1648-1660:
Velázquez realizó un segundo viaje a Italia, entre 1649 y 1651, con el encargo real adquirir cuadros y antigüedades para las galerías reales  hispanas.
En este viaje realizó el retrato de Inocencio X, el de su criado Juan Pareja y los dos cuadros del Jardín de Villa Medicis, considerados un claro precedente de la pintura de Corot y el impresionismo, también realizó en el viaje la Venus del Espejo, uno de los pocos desnudos de la historia de la pintura española.

En este período, Velázquez perfecciona la técnica, consiguiendo plasmar la perspectiva aérea, su pincelada suelta emplea cada vez menos cantidad de pasta pictórica, cuida la ambientación y los detalles.
Son de este período, los retratos de la Infanta Margarita y el de la Reina Mariana de Austria. 

En dos obras, se puede resumir la aportación de Velázquez a la historia de la pintura: Las Meninas (1656), y las Hilanderas o la  Fábula de Aracne (1657).
En las Meninas, evoca la vida cotidiana de la familia real, que aparece alrededor de la Infanta Margarita, de sus damas de honor y de los criados enanos en el salón en el que Velázquez (que se autorretrata en la penumbra) se encuentra pintando a los reyes (reflejados en el espejo). Al fondo, en la puerta abierta, el aposentador observa la escena, el pintor  obtiene la sensación de profundidad mediante la alternancia de espacios iluminados con diferente intensidad.
En las Hilanderas, sitúa el mito de Aracne, la habilidosa tejedora perseguida por Atenea en el taller de tapices de Santa Bárbara, el mito va tejiéndose en las formas de un tapiz al fondo, mientras en un primer plano las obreras trabajan, lo real y lo mítico se funden en tonos amortiguados y templados que tienen toda su delicadeza en el tapiz, donde se desarrolla la escena principal  con los protagonistas rodeados de una intensa luz.

Velázquez, sintetizó los estilos del XVI y XVII, renacimiento romano y escuela veneciana, tenebrismo, barroco flamenco y naturalismo hispano.
Neoclásicos como Ingres, románticos como Delacroix, impresionistas como Manet y Degas, fauves como Matisse, los expresionistas alemanes, surrealistas como Dalí, sin olvidar al mismo Goya van a ser sin duda deudores de Velázquez.

Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682)
Nació en Sevilla, donde vivió la mayor parte de su vida. Conoció las obras de  Zurbaran  y de Ribera, la influencia de estos maestros es evidente en las obras de su juventud, además de las de la pintura flamenca y veneciana.
Es uno de los pintores que más popularidad han alcanzado dentro y fuera de España, sin duda alguna debido a que su pintura delicada y suave coincide con el gusto imperante en toda Europa en el XVIII. Murillo, no pintará santos ascetas y viriles, su pintura se acerca más a lo familiar, al intimismo.
En sus primeras obras queda de manifiestos su formación realista, con predominio de tonalidad ocres y terrosas, un tratamiento de la luz muy marcado por el  tenebrismo, con modelos compactos e individualizados.
A partir de la mitad de siglo el uso de la luz se hace más generalizado y su colorido se enriquece: Sagrada Familia del Pajarito (1650), Adoración de los Pastores (1655).
En 1658 Murillo viaja a la Corte, entra en contacto con Velázquez y conoce las colecciones reales: A su regreso, en 1660, fundó la Academia de Dibujo, siendo responsable de la dirección de la misma hasta noviembre de 1663, en que fue sustituido por Valdés Leal.
Murillo se interesó por los problemas atmosféricos y la captación del espacio, abandonó el estatismo anterior y sus cuadros fueron suavemente dinámicos, sus modelos de canon más pequeño, adquierieron en la suavidad, la gracia y la elegancia que caracterizan la plenitud del pintor.
Son numerosas las representaciones de temas marianos, las Inmaculadas son una de sus creaciones más afortunadas, envuelve a María en un manto azul, que cubre parte del hábito blanco, rodeándola de ángeles, Inmaculada de Soult (1676-78).
Refleja en sus pinturas religiosas, la religiosidad intimista, amable y sentimental el Buen Pastor (1665), San Juan Bautista niño (1665).

Sin embargo en su pintura de niños de carácter totalmente profano, presenta una interpretación amable de realidades más bien crueles, plasmando la vitalidad del mundo picaresco, con un incomparable virtuosismo técnico: Niño pordiosero (1650) o Niños comiendo melón (1650)

Juan Valdés Leal (1622-1690)
Es un pintor de temperamento opuesto a Murillo, inclinado más a lo violento y exagerado, gran colorista y facil en el dibujo, destacaó sobre todo por la serie que realizó entre 1671 y 1672 para el Hospital de la Caridad, en la que culmina el barroquismo, representando la vanidad de las cosas terrenas, siguiendo un sentimiento moralizante al recordar al espectador su  último fin, presentando feretros abiertos, cadaveres putrefactos (Finis gloraie mundi), y la muerte dominando los arrubados atributos de la gloria mundana (In ictu oculi).