CONTEXTO
HISTÓRICO:
En el siglo
XVII se fortaleció el poder político de los monarcas y se fue generalizando el
Absolutismo. El Barroco se contextualiza en la decadencia española y la
hegemonía de Francia.
El arte de la Contrarreforma:
El Concilio de
Trento, aunque no impuso prescripciones en materia artística, señaló la
conveniencia de eliminar de las iglesias las imágenes profanas o las que
pudieran desacarriar a los fieles. La Iglesia afirmó las verdades dogmáticas
del Concilio a base de grandiosas manifestaciones de culto público. La Compañía
de Jesús fue la valedora intelectual de la Contrarreforma.
El barroco al servicio del poder político
Entre los
valores civiles que favorecieron la suntuosidad barroca, la institución
monárquica y el lujo que los príncipes lo creyeron necesario para su prestigio.
Unidad y
diversidad del Barroco:
Nace en Roma, impulsado por los Papas, en su
difusión por Europa se diversificó:
*.- Barroco de la Contrarreforma: Extendido por los dominios de
los Hagsburgos, Italia y España, sus temáticas comunican los postulados del
Concilio de Trento. En él se despliegan la imaginación, la sensualidad, el dinamismo y la riqueza.
*.- Barroco del Absolutismo: Desarrollado en Francia y, desde la
entrada de los Borbones, en España. Más clásico, con finalidad de argumento
convincente del poder real.
*.- Barroco protestante: el de los Países Bajos y Holanda,
dirigido a una clientela de carácter burgués, con predilección por los temas
costumbristas, naturalezas muertas, interiores y paisajes. Con predominio de la
abstracción y la sobriedad.
urbanismo y arquitectura.
La
arquitectura barroca tiene una nueva concepción del espacio. Las plazas son el
centro de referencia de la ciudad, están dominadas por un edificio principal
(una iglesia, un palacio) y se decoran con fuentes, obeliscos, estatuas, se
planifican para crear perspectivas impresionantes.
Desaparece la
individualidad plástica de los edificios en favor de un conjunto superior, la
ciudad. Las fachadas de los edificios se conciben en función del espacio que le
rodea, se construyen en función de la plaza, de la calle o del paisaje en que
el edificio se sitúa. Desaparecen las formas geométricas, definidas en el
Renacimiento, tienen gran riqueza decorativa, variación óptica (utilizando la
luz que incide sobre sus superficies dinámicas) y formas abiertas y expresivas.
Elementos:
*.- Dominio de la línea curva y dinámica (elipses, parábolas,
hipérbolas, sinusoides), que sustituye al perfecto equilibrio del medio punto
romano.
*.- Abundancia de arcos de formas variadas.
*.- Uso de diferentes tipos de cúpulas.
*.- Uso de soportes dinámicos: el fuste de las columnas se retuerce
(columna salomónica) y genera sensación de inestabilidad. Soportes
extremadamente estrechos en su parte inferior (estipite barroco). Uso de
Cariátides y de pilastras.
*.- Abundancia de elementos decorativos: los frontones se parten y
adquieren formas curvas o mixtilineas, abundancia de nichos, hornacinas,
ventanales con forma ovoide (oculi), enmarcados.
*.- Los muros pierden el sentido plano y se curvan dejando de cruzarse
en ángulo recto, buscando todo tipo de perspectivas y efectos luminosos.
*.- Aunque se mantiene la tradicional planta rectangular (planta
jesuítica), aparecen las plantas elípticas,
circulares y mixtas.
El arquitecto barroco pretende crear la ilusión de
espacio en el interior de las cubiertas del edificio, pretende que el cielo
invada el ambiente templo. La cúpula, uno de los máximos logros renacentistas
seguirá utilizándose en su apariencia externa, pero su interior se utilizará
como espacio para disponer un torbellino de figuras que pintadas sobre ella
parecen ascender al infinito. La pintura al fresco, junto con toda suerte de
estucos y dorados crearán una ilusión espacial nueva.
La arquitectura
ocultará las estructuras fundamentales mediante enlucidos, relieves e ilógicos
soportes.
Italia se puso
a la cabeza de las manifestaciones arquitectónicas, Francia fue la creadora del
palacio barroco y de los espacios lúdicos (jardines poblados de fuentes y
estatuas) y España, a pesar de la pobreza de materiales empleados, destacó por
su exuberancia decorativa.
Roma
barroca. Bernini y Barromini.
La
arquitectura del siglo XVII pretendía impresionar. En este afán efectista tuvo
la misma importancia el exterior de un edificio y su entorno inmediato que su
interior.
El punto de
partida: la fachada de la Iglesia jesuítica del
Gesú (1573) de Giacomo della Porta (1533-1602). En ella, las
líneas horizontales y verticales, las curvas y las diagonales, la luz y la
sombra, los elementos pequeños y los grandes, se unen para dirigir nuestra
mirada hacia el centro y luego hacia arriba.
Columnas clásicas, cornisas
y frontones, distribuídos en dos pisos formando un conjunto muy poco clásico.
En el cuerpo principal las columnas del piso inferior se convierten en
pilastras planas en el piso superior (aunque hay columnas más pequeñas
encerradas en las pilastras más interiores). En ambos pisos se observa idéntico
cambio de ritmo hacia el centro.
Basílica
de San Pedro:
Miguel Ángel
pensó en una bóveda simétrica cruciforme. Esta simetría perfecta sólo variaría
por la adición a un lado de un enorme pórtico de frontón, como el del Panteón.
El proyecto
varió. Carlos Maderna modifico la planta (1607) adoptando la cruz latina, con
capillas laterales, sustituyó el pórtico proyectado por una fachada amplia y
nueva, con grandes columnas rematadas en el un frontón sobre la puerta y ático
con balaustrada y estatuas. Frente a
ella se extendería un espacio abierto de limites irregulares, con un antiguo
obelisco erigido casi en el centro.
Juan
Lorenzo Bernini (1598-1680), transformó este espacio en el más
grandioso acceso imaginable. Alrededor
del obelisco, desde 1656, construyó dos grandes columnatas cubiertas. Cada una
de ellas consta de cuatro filas de columnas gigantes, pegadas a la fachada
principal. Después de un trozo recto se abren para formar una gran elipse. Una
plaza de grandes dimensiones es concebida como una gran atrio destinado a la
celebración de ceremonias masivas. Desde la plaza se contempla la fachada
realzada con la visión simultanea de la cúpula.
Previamente
Bernini, había construido en el interior de la Basólicia el Baldaquino de San Pedro (1624).
Sobre la tumba del apóstol,
cuatro columnas salomónicas con capitel de orden compuesto sostienen un
entablamento ondulado, coronado por un dosel, decorado con figuras de ángeles y
niños, sobre el que se alzan cuatro
volutas que convergen en el globo terráqueo que sostiene una cruz, el conjunto
realizado en bronce, encargo del Papa Urbano VIII, tiene una altura de 29
metros.
También
realizó la Iglesia de San Andrés del Quirinal (1658) de planta elíptica.
proyectó la fachada principal del Palacio Barberini, la iglesia de
Castelgandolfo, la escalera Regia del Vaticano, el palacio Odeslcalchi. El
prestigio de Bernini hizo que viajara a Paris para discutir el diseño del
Palacio del Louvre, si bien sus proyectos no fueron aceptados.
Francisco
Castelli, il Borromini (1599-1667), de temperamento más
apasionado e inquieto que Bernini, dotó a sus obras de un dinamismo inaudito.
Son iglesias de pequeño tamaño, de materiales modestos. Su fantasía creativa e innovadora le llevó a
crear elementos nuevos como capiteles con la volutas al revés, a ondular con
continuas curvas y contracurvas, con elementos cóncavos y convexos las fachadas
y los interiores. Transgrede totalmente el clasicismo, creando nuevas
proporciones y motivos ornamentales.
En la iglesia
de san carlos de las cuatro fuentes (1638-1667) con planta elíptica y capillas radiales,
utiliza el muro curvo en su interior con elementos cóncavo-convexos, cubriendo
el conjunto con una cúpula oval. En la fachada muy dinámica con ondulaciones, dividida en dos cuerpos con
columnas y profundas hornacinas con estatuas, rematada en la parte superior con
una balaustrada y un gran medallón oval, provocando fuertes efectos lumínicos.
La Iglesia de San Ivo della
Sapienza (1642-1660) de planta central estrellada mixtilínea, cubierta con una
cúpula mixtilínea sobre un alto tambor cuya linterna con forma en espiral está
rematada por una llama La fachada tiene
forma de curva cóncava. En el Oratorio
de los Filipenses (1637), con fachada curva cóncava, excepto en el centro que
sobresale en el primer piso y se rehunde en un profundo nicho en el segundo,
rematando la parte superior con un frontón mixtilíneo.
El interior sin ninguna
relación con la fachada, se cubre con una cúpula de nervios de evocación gótica.
En la iglesia de Santa Inés
(1653-1661), situada en uno de los laterales de la Plaza Navona, la entrada sobresale
y está encajada en un hueco de curvatura mucho más profunda, que destaca la
gran cúpula que se alza encima suyo. Los
pares de columnas a cada lado de la puerta central dirigen la mirada desde la
entrada hasta la cúpula, en donde su forma se repite por pares de pilastras.
Flanquean la cúpula torres cuya planta cuadrada se transforma en circular en el
segundo piso.
Además de realizar la
decoración interior de la basílica de San Juan de Letrán (1646) y el colegio
Propaganda Fidei (1647-1664).
Entre sus obras civiles destacan la Columnata del
Palacio Spada (1632) y la fachada posterior y la rampa del Palacio Barberini.
En el XVIII la
arquitectura italiana pierde su ímpetu innovador, poco a poco se impone de
nuevo la geometría y el orden en los exteriores, esto va extendiéndose
lentamente a todo el edificio, presagiando
el neoclasicismo.
El arquitecto
más característico de este periodo es Felipe Juvara (1676-1736). Su
arquitectura funde la tradición barroca con el influjo clásico, y se refleja en
la disminución del dinamismo en las estructuras, en la utilización de los
órdenes clásicos, en la armónica ondulación de las lineas curvas y convexas,
en evitar los efectos lumínicos
demasiado profundos.
Su obra la Basílica
Superga (1717-1731, Turín), de planta central, un octógono irregular,
cubierto con un gran cúpula sobre tambor, precedida de un pórtico tetrastilo
clásico con frontón, en la Iglesia del Castillo de Venaria usa la planta de
cruz griega, y en la Iglesia de San Felipe, la planta jesuítica de una sola
nave con capillas laterales.
Dentro de las
obras civiles sobresale el Palacio Madama (1718-21, Turín) en el que
estructura la fachada a partir de un alto zócalo almohadillado, sobre el un
orden colosal e columnas y pilastras corintias rematándola con una
balaustrada con estatuas; esta
estructura es similar a la que su discípulo Sachetti realiza en el Palacio Real del Madrid (1738),
Juvara intervino además en el proyecto de la Catedral de Lisboa, en el Palacio de
La Granja (1721, Segovia).
El
palacio barroco como escenario del poder. El modelo de Versalles.
El barroco francés se define clasicista, prefiere la
claridad, el orden y la serenidad a lo recargado y lo retórico, la obra así
resulta sobria y equilibrada.
Hasta 1660, se
desarrolla el estilo Luis XIII, se mantiene la influencia italiana, aunque sus
modelos se abandonan progresivamente.
El carácter
clasicista y oficial se acentúa hasta el primer decenio del siglo XVIII, el
estilo Luis XIV. La recien fundada Academia Real de Arquitectura marcó las
directrices a las que debía someterse la creación artística.
El palacio se convirtió en el edificio más
representativo del barroco francés. Un edificio de grandes dimensiones, con una
marcada horizontalidad, con una planta en forma de “U” hacia el jardín. las fachadas se caracterizan
por su severidad clásica. Son uniformes y simétricas, con frecuencia en total
desacuerdo con la distribución interior. Los salones interiores se llenan
de ricos elementos ornamentales,
con profusión de curvas.
En este periodo se finaliza la fachada oriental del Palacio del Louvre
(1667-1670), en la que Claude Parrault y Luis Le Vau ejecutan una obra
clasicista, la planta baja es austera, de gran solidez, con vanos de arcos rebajados,
sobresale la planta superior con una gran columnata (formada por columnas
pareadas de orden corintio). Toda la fachada es una unidad compleja enfocada
hacia el centro para dar una impresión simple y poderosa muy al gusto de la
arquitectura oficial francesa.
Siguiendo esta línea, Le Vau, Mansart y Le
Notre, levantan el Palacio de
Versalles, en una perfecta integración entre el edificio y sus
alrededores.
Era un pabellón de caza levantando para Luis
XIII en 1624, Le Vau remodeló el edificio a partir de 1669, siguiendo el modelo
que Bernini presentó para el Palacio del Louvre, la planta baja sólida, con almohadillado,
la planta principal de gran altura, decorada con pilastras y columnas y la
planta superior rematada con una balaustrada con estatuas.
A partir de
1678 se hizo cargo de las obras Jules Hardouin Mansart (1646-1708), este cerró
la terraza central creando en el espacio interior la Galería de los Espejos
(1678-1684) y acondicionó las dos alas laterales. El interior de la Galería,
pilastras de marmol rojo con capiteles y basas de bronce dorado y motivos
decorativos barrocos, se cubre con una bóveda de cañón, decorada con estucos
dorados y pinturas.
También diseñó
la Capilla de Versalles (1698-1710), de nave única y dos pisos, la superior
para uso del rey y su séquito más cercano y la inferior para los cortesanos.
Este palacio
se convirtió en el modelo de otros palacios europeos de fin de siglo.
La iglesia más
importante de la arquitectura francesa del periodo es la Iglesia de los Inválidos (1671-1691) de J. H. Mansart, relativa severidad
de la contención clásica francesa. Con columnas pareadas en los dos pisos
frontales (dóricas en la base y corintias en el cuerpo superior) y en el tambor de la cúpula, la planta de
cruz griega con capillas circulares en las esquinas.
España:
El barroco
español mantuvo los esquemas fundamentales del edificio sobre los que diseñó
toda la fantasía ornamental. No modificó sustancialmente las plantas, como lo
hicieron los italianos. Los espacios internos no se dislocan excesivamente y se
mantienen una unidad relativamente clásica. La corona española no estaba para
demasiados gastos (en el XVII, siglo de crisis, generalizó el uso del ladrillo
y no son abundantes las obras monumentales). La llegada de una nueva dinastía
en el XVIII propició la remodelación de los edificios palaciegos siguiendo el
gusto francés.
Períodos de la arquitectura barroca española:
Un primer periodo, hasta el segundo
tercio del S. XVII. Persiste la influencia herreriana con plantas
renacentistas, de gran sobriedad decorativa (chapiteles herrerianos rematados
en bola y decoración en los entablamentos de triglifos pareados o ménsulas de
perfil alargado).
De esta época el ayuntamiento de Madrid (1640), la
fachada y el interior de la Clerecía de Salamanca (1617), el colegio de los
Jesuitas (hoy sede de la Universidad
Pontificia), el palacio del Buen Retiro
(1631-1633) y la Cárcel Real
(1629-1634), hoy sede del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Por encargo de Felipe III, se
construyó la Plaza Mayor de Madrid
(1617-1619): planta rectangular cerrada con pórticos y una balconada de tres
pisos, estructura de madera cubierta de
ladrillos (solo se conserva del original la parte baja, el resto se destruyó en
el incendio de 1672).
Juan Bautista Creszenci
(1577-1635), realizó la decoración del Panteón Real del Monasterio del Escorial.
Pedro Sánchez y Francisco Bautista construyen la catedral de San Isidro de
Madrid (1622) (la planta sigue, al igual que la Clerecía de Salamanca, el
modelo creado por Vignola en la iglesia del Gesú de Roma, sobresale la
decoración en la fachada de órdenes gigantes superpuestos y en el interior la
cúpula encamonada.
El segundo
periodo: final del XVII y XVIII. Se abandona la austeridad herreriana y
se enriquece la decoración con elementos naturalistas, esculturas en relieves y
frisos, elementos abstractos. Las plantas siguen siendo muy sencillas pero en
los alzados (torres y cúpulas) aparecen una mayor variedad.
Alonso Cano (1601-1667), realiza
la fachada de la Catedral de Granada
(1667): tres arcos de medio punto cubren el paramento rehundido, formado por dos cuerpos, el
inferior con puerta de arco de medio punto y óculo, y el superior con óculos,
utilizando pilastras de orden gigante y medallones como elementos decorativos.
José de Churriguera (1665-1725): Retablo de San Esteban de Salamanca (1693),
formado por grandes columnas salomónicas, recubiertas de elementos decorativos.
Usa molduras partidas, baquetones ondulantes, hornacinas con figuras, una
decoración donde abundan los dorados juntos a zonas policromadas. Se trata de
un estilo fundamentalmente ornamental, recargado y exuberante denominado
“churrigueresco”.
Churriguera, realiza como
constructor obras menos recargadas y más racionales. Su hermano Joaquín
(1674-1724), realizó el Colegio de Calatrava de Salamanca (1717) y el proyecto
de la cúpula de la Catedral Nueva de la ciudad (1714). Su otro hermano, Alberto
(1676-1740) realizó la traza de la Plaza Mayor (1729-1733), que sigue lade la
Plaza Mayor de Madrid, con una mayor presencia de elementos decorativos (en
ella se encuentra el Ayuntamiento (1755), obra de Andrés García de Quiñones que
también finaliza las torres de la Clerecía y el patio interior de la misma).
El barroquismo
llegó a sus últimas consecuencias con la obra de Narciso Tomé (+1742), el transparente de la Catedral de Toledo
(1721-1732), donde se funden la arquitectura, escultura y pintura, consiguiendo
gracias a la luz un imponente efecto escenográfico.
En Galicia,
Fernando Casas y Novoa (+1749) levantó la fachada
del Obradorio (1738-1749), aunque
del XVIII, por su concepción, pertenece al pleno barroco hispano. Recubre la
antigua obra románica, subrayando la verticalidad, su ornamentación es recia y
con predominio de la geometría.
En Andalucía, se usa fundamentalmente el ladrillo
recubierto frecuentemente por ricas yeserías, hay dos focos principales, uno en
Sevilla, donde trabaja Leonardo Figueroa
(1650-1730) cuyas obras más significativas son la Iglesia de San Pablo
(1691-1709) y la Iglesia de San Luis (1699-1731) y la portada del Palacio de
San Telmo (1724-1734) y el otro foco es Granada donde trabaja Francisco Hurtado
Izquierdo (1669-1725), autor de la capilla del Sagrario de la Catedral de
Granada (1704).
Vicente
Acero que en Cádiz, proyectó la Catedral
(1720-29). Dentro de la arquitectura industrial es digna de mención la Fábrica
de Tabacos (1726-1757) obra de Ignacio Sala y Sebastián van der Beer.
En la zona levantina, ya en el siglo XVIII se
construye la fachada de la Catedral de
Valencia (1703) obra de Conrado Rudolfo (+ 1732) autor de origen
alemán, esta fachada cóncava, en un espacio muy pequeño rompe con la tradición
hispana.
Jaime Bort (+1754) realiza la fachada de la Catedral
de Murcia (1736-1753) planteada como un gran retablo con planos curvados y
ornamentación rococó y la fachada del palacio del Marqués de Dos Aguas
(1740-1744), ondulante y profusamente decorada.
El último periodo se desarrolla a lo
largo del XVIII se caracteriza por reunir un grupo de construcciones en
el que se mezclan las influencias italianas y francesas, sin ninguna conexión
con el estilo del periodo anterior.
Teodoro
Adermans (1664-1725): el Palacio de San
Ildefonso de la Granja (1721), que plantea un esquema cuadrangular con
torres, posteriormente fue modificado por Juvara y Sachetti (1736) responsables
de la fachada principal, que sigue el modelo de Versalles con extensos jardines de trazado geométrico y fuentes.
Juan Bautista
Sachetti modificó el proyecto de Juvara
para el Palacio Real de Madrid,
comenzado en 1734, reduciendo sus dimensiones y aumentando su altura, un cuerpo
sirve de basamento, en forma de alto zócalo almohadillado y en el cuerpo
principal con dos pisos de ventanas se alternan columnas y pilastras de orden
gigante, coronándose el edificio con una balaustrada.
De planta
cuadrada, con salientes en los ángulos, gran patio central y un saliente en la
fachada posterior correspondiente a la capilla.
El italiano
Santiago Bonavia (+1759) remodeló el Palacio
de Aranjuez (1748) y Francisco
Sabatini (1722-1797) amplió el Palacio
del Pardo (1772), anticipando el neoclasicismo.
Francisco Carlier(+1760), construye la Iglesia de
las Salesas Reales (1750-58), con una fachada sencilla pero una rica
ornamentación interior.
LA ESCULTURA
El sentido
propagandístico que asumió el arte del XVII determinó dos de las principales
cualidades de la escultura barroca: el carácter efectista y teatral y la
aproximación a lo real.
Principales características:
*.- Tendencia a la representación naturalista.
*.- Concede gran importancia a la representación de
los estados anímicos y de los sentimientos, la expresión del contenido
psicológico.
*.- La libertad compositiva y el dinamismo presiden todas las obras, lo
que choca con el equilibrio y reposo renacentista, el movimiento se extiende en
el espacio con la expansión de los miembros y la amplitud de los ropajes de los
personajes.
*.- Plasmación del movimiento en un momento transitorio conseguido con
el predominio de la composición
asimétrica, en la que las diagonales, lo escorzos y los contornos discontinuos,
proyectan la obra hacia el espectador, con un carácter abierto y fuertemente
expresivo.
*.- Se concede gran importancia a la iluminación, que incide sobre
superficies diversas (unas veces muy pulidas y otras veces meramente
desbastadas), creando una contraposición entre luces y sombras.
*.- Tienen carácter eminentemente decorativo, es decir, no suele
concebida para su visión aislada, sino para ser contemplada integrada en un
conjunto más amplio.
*.- Utilización preferente de la piedra, mármol y bronce, enriquecidos
al sometérselas a distintas labras. Es frecuente la búsqueda de la policromía
(mármoles de colores, bronces dorados ...).
*.- Desde el punto de vista temático, predomina el tema religioso en
los países católicos, cuya temática se amplía con la inclusión de nuevos
santos, prestándose especial atención a los momentos gloriosos o dramáticos,
martirios, éxtasis, como expresión de los ideales contrarreformistas.
*.- También se desarrolla las representaciones de los reyes y
poderosos, muchas de estas representaciones son ecuestres.
*.- En la escultura funeraria se exalta el poder y las virtudes del
difunto, que suele ser presentado en actitud heroica, aparecen detalles que
muestran la fragilidad y lo efímero de las glorias terrenales.
*.- La temática mitológica se desarrolla en jardines y palacios. Debido
al auge urbanístico del barroco, se desarrolla un tipo de escultura destinada a
la ornamentación de la ciudad, dotada generalmente de significación alegórica,
en forma de decoración múltiple para las fachadas y fuentes.
*.- En los países protestantes, por su condición iconoclasta, la
escultura alcanzará menor desarrollo,
quedando reducida a los temas funerarios, a los retratos y a las obras
encargadas por las corporaciones y Ayuntamientos.
Italia:
Bernini.
Juan Lorenzo
Bernini (1598-1680), es el autor más representativo de la escultura barroca en
Italia. Autor prolífico, unió al dominio perfecto de la técnica aprendida de su
padre (escultor manierista) el estudio de los modelos clásicos y renacentistas.
Características:
*.- Representación de las figuras en el momento de máxima tensión.
*.- Uso de los efectos y contrastes de luces y sombras.
*.- Uso del ropaje como medio expresivo, para
subrayar el sentimiento de la figura y el impacto emocional de esta.
*.- Uso de la forma serpentinata.
*.- Creación de nuevos modelos iconográficos: santos, tumbas, estatuas
ecuestres, retratos, fuentes.
*.- Sentido escenográfico, que integra diferentes manifestaciones
artísticas: arquitectura, escultura y pintura.
En el David (1619) muestra al personaje bíblico en el acto
mismo de arrojar la piedra. Hasta los
labios fuertemente apretados transmiten la intensa concentración y esfuerzo de
este momento. No sólo contemplamos la acción sino que nos sentimos atrapados en
ella. Hay detalles: los dedos del pie derecho, por ejemplo, están contraídos
sobre el borde del plinto para conseguir un agarre mayor que contribuyen a una
acción de inmediatez. A esta época juvenil pertenece. El grupo de Apolo y Dafne (1621) de gran
dinamismo, muestra el momento en que Dafne se convierte en árbol de laurel al
contacto con los brazos de Apolo.
Para acentuar
la importancia de la tumba de San Pedro y el altar mayor dentro de la Basílica
de San Pedro del Vaticano, Urbano VIII encargó a Bernini un baldaquino
sobre la tumba y el altar.
Un baldaquino de bronce (1635) de 29 metros de
altura. Una obra en la que la escultura y la arquitectura se funden. Sus cuatro
grandes columnas salomónicas mantienen una conexión visual con la arquitectura
que le rodea (por arriba y lateralmente).
Al ser de
bronce, la riqueza decorativa crea eficaces conexiones visuales. Las columnas y
la corona de cuatro brazos que se curvan
hacia arriba y hacia dentro, vistos desde el fondo de la nave, se hacen eco de
los grandes pilares centrales y de la cúpula superior, centrando la atención
con la misma eficacia que la bóveda en el proyecto de Miguel Angel.
La Cátedra
de San Pedro (1666), concebida para cubrir la decoración del ábside
de la basílica vaticana, los cuatro padres de la Iglesia sostienen el trono del
apóstol bajo una gloria evangélica dispuesta en torno a una ventana oval con
vidriera, la silla se montó a una altura suficiente para que pudiera verse por
encima del altar desde la nave, rodeada de nubes doradas y parece flotar hacia
el cielo, la luz de por ella penetra
forma parte del conjunto tanto física como espiritualmente, ya que simboliza la
luz divina que ilumina al Papado.
La estatua de San Longino (1638), en
el crucero de la basílica vaticana, su gesto heroico y la amplitud y agitación de los ropajes es
otra obra típicamente barroca.
El Éxtasis de Santa Teresa (1645-1652) para una
capilla de la iglesia romana Santa María
della Vittoria pretendía despertar una emoción fuertemente religiosa. La
función del grupo de Santa. Teresa era que la persona arrodillada bajo el altar
penetrase en la mística experiencia de la Santa.
Bernini nos ofrece una imagen momentánea: el
momento en que el ángel levanta el dardo para volverlo a clavar e insuflar de
amor por Dios a Teresa. La Santa esculpida en mármol pulido blanco, cae
desvanecida mientras los rayos dorados de la iluminación divina se esparcen
desde arriba, aclarados por una ventana oculta, en la bóveda superior los
cielos se abren revelando ángeles y la autenticidad de la visión queda
reforzada por la irrupción de la estructura arquitectónica hacia nosotros y por
la presencia de figuras de fieles esculpidas en balcones a cada lado de la
capilla poco profundas.
El efecto escenográfico, tan barroco, está
plenamente conseguido: nos sentimos intrusos en la escena, donde escultura,
arquitectura y pintura se funden en una sola cosa. En esta escultura se asumen
algunas cualidades de la pintura. La
situación del grupo dentro de su marco arquitectónico, la iluminación procedente
de la ventana oculta refuerzan la impresión de color que proporciona el dorado
y los mármoles de colores. También los ángeles y las nubes pintadas en la
bóveda tienen una cierta cualidad escultórica.
En las
esculturas funerarias, Bernini, crea un tipo escultórico que pretende la
exaltación del difunto, al que coloca sobre un podium rodeado de figuras alegóricas de méritos y virtudes,
sobresalen el mausoleo del Papa Urbano VIII
(1647) y el de Alejandro VII (1671).
Entre sus obras
urbanísticas, sobresalen las fuentes: Fuente
de los Cuatro Ríos (1648-51) en la plaza Navona de Roma: la fuente
central consta de un obelisco egipcio, y en cada costado la representación de
los ríos más caudalosos obra de sus discípulos, el Nilo por Fancelli, el
Danubio por Raggi, el Ganges por Porissimi y el Río de la Plata por Baratta, la
obra se inauguró en 1652.
Otras fuentes
decoraron las plazas romanas, la de Barcaccia en la Plaza de España, la de
los Tritones (1642) en la Plaza Barberini, proyectó la Fontana de Trevi,
modificada y reconstruida en 1733 por Salvi.
También ejecutó
el obelisco sobre elefante, en la Plaza de Santa María Sopra Minerva.
Como
retratista su labor fue muy abundante, suele elegir momentos transitorios, pero
siempre dinámicos y arrogantes en los que expresa la posición social o el
carácter de los modelos. Bernini, marcó escuela, muchos autores siguen sus
modelos.
La
imaginería española.
La
escultura barroca española se caracterizó fundamentalmente por:
*.- La temática tratada es casi exclusivamente
religiosa, solo en el ámbito de la Corte habrá escultura monumental. Los temas
mitológicos y profanos estarán ausentes.
*.- Se siguen realizando retablos, donde aparecen figuras exentas y
algunas veces en bajorrelieve.
*.- Los artistas destacan en el campo de la imaginería: figuras exentas
para iglesias, conventos y “pasos” para las procesiones de Semana Santa.
*.- El material más empleado es la madera, siguiendo la tradición
hispana, se abandonará la técnica del
estofado a lo largo de este periodo, posteriormente se policroma.
*.- Desarrollo del sentido realista, las imágenes aparecen con ricas
vestiduras, cabellos reales, ojos y lágrimas de cristal.
*.- Los artistas logran la expresión de los sentimientos en las
figuras: dolor, angustia, muerte, extasíes.
*.- La finalidad de las esculturas es sugerir una profunda emoción
religiosa en el espectador.
En el siglo
XVII se distinguen dos escuelas:
ESCUELA
CASTELLANA
|
ESCUELA
ANDALUZA
|
Realismo exagerado
|
Huida de la exageración
|
Plasmación del dolor y la crueldad, con abundancia
de sangre, realismo por tanto hiriente.
|
Realismo un tanto idealizado
|
Dinamismo
|
Serenidad
|
Tendencia a la caricatura en los personajes
malvados
|
Imágenes equilibradas
|
Fuerte modelado
|
Modelado suave
|
Rostros expresivos
|
Belleza y equilibrio
|
Centros: Valladolid y Madrid
|
Centros: Sevilla, Granada, Málaga
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En el siglo
XVIII, Murcia se convirtió en el foco artístico más importante.
En la escuela
castellana destaca Gregorio Fernández
o Hernández (1576-1636), nacido
en Galicia, en el primer tercio del siglo XVII. Trabajó en Valladolid donde
consiguió un gran prestigio. Su Cristo Yacente (1614) de el Pardo es un tipo
iconográfico propio que repitió en otras ocasiones. El modelado del cuerpo de
Cristo es perfecto, el realismo patético, con abundancia de sangre.
Otras
representaciones de Cristo, es el Cristo a la columna, donde la expresión del
dolor alcanza niveles muy altos. Los crucificados con tres clavos y el Cristo
ya muerto.
El tema de la Piedad (1616), la Cruz a cuestas, el
Descendimiento en las que los gestos y actitudes que acentúan el patetismo
pretenden despertar el fervor popular. Las Inmaculadas. En todas sus figuras son
característicos los plegados angulosos, casi metálicos de los paños de sus
figuras. También realizó varios retablos como el de la Catedral de Plasencia
(1625), el de las Carmelitas calzadas de Valladolid, con el magnifico relieve
de Bautismo de Cristo (1630).
Tuvo una gran
cantidad de discípulos, que perpetúan los tipos, creaciones y estilo del
maestro.
El portugués
Manuel Pereira (1588-1683), se especializó en la realización de figuras de
piedra para las portadas de los edificios religiosos, Portada de San Isidro el
Real, su realismo es sereno, sus figuras se caracterizan por la talla suave y
curvilínea, es suma por un mayor clasicismo. Además de sus Cristos y el San Bruno
(1652) de la Academia de San Fernando de Madrid en piedra y el de la Cartuja de
Miraflores, en madera.
En la Corte del siglo XVII, los monumentos
erigidos para la exaltación de los reyes, son obra de extranjeros, el retrato
ecuestre de Felipe III es obra de Juan de Bolonia y el de Felipe IV es obra de
Pietro Tacca.
En la escuela andaluza destacan Juan
Martínez Montañés (1568-1649), Alonso Cano
(1601-1667) y Pedro de Mena y Medrano (1628-1688).
El comercio de
América había convertido a Andalucía en la zona más rica de esa época, siendo
Sevilla y Granada los polos de atracción del arte del XVII.
En contraposición a la escuela castellana, Martínez
Montañés, es la serenidad, el clasicismo, el sosiego y la búsqueda de la
belleza. De talla muy modelada, sus
grandes paños dan grandiosidad a la imagen.
Su devoción va más dirigida al alma que a los sentidos, distando mucho
su equilibrada policromía, del desgarrado color castellano.
Todo esto se
aprecia en El Cristo de la Clemencia (1603) en el que crea el tipo de
Cristo andaluz, muy humanizado, casi sin notas sangrientas, el Retablo de
Santo Domingo (1605) y San
Jerónimo.
Su Inmaculada
(1628-31) de la Catedral de Sevilla, (La
Cieguecita), representa a joven ingenua, serena
y melancólica, plena de dulzura y belleza.
Alonso Cano gana en hondura
expresiva y en dinamismo a su maestro Martínez Montañés.
La búsqueda de
la perfección, del equilibrio y la idealización de los modelos, la plasmación
de una aplacible serenidad en sus figuras sustituye el dramatismo de otros
autores.
Es el primer
escultor andaluz que abandona la técnica del estofado. En el retablo de Santa
María de Lebrija (1628-38), en su hierática imagen central se advierten algunas
de sus características: inclinar la cabeza a la derecha, el manto caído dejando
al descubierto uno de sus hombros, el apuntamiento de la figura hacia los pies,
la superficie ondulada de los paños. En
la Inmaculada del Facistol (1655) ; su aspecto fusiforme, de pequeño tamaño,
cabeza inclinada, grandes ojos, cabellos largos y actitud recogida, tuvo posteriormente imitadores.
Otras obras dignas de mención son: el San
Diego de Alcalá, en la Catedral de Granada la Virgen de Belén y los bustos
de San Pablo, Adán y Eva.
Pedro de Mena, mucho más directo
y realista, comunicaba fácilmente los estados de ánimo. Gusta de la
representación de los temas ascéticos y dolientes, la Magdalena Penitente
(1664) del Museo de Valladolid, y el San Francisco de la Catedral del Toledo,
de gran tensión dramática. Otra de sus creaciones son los bustos de la Dolorosa
y el Ecce Homo, con frecuencia formando pareja, que consigue una gran fuerza
expresiva del patetismo y dolor. Realizó también la sillería del coro de la
Catedral de Málaga (1658), con cuarenta representaciones de santos.
El gran imaginero murciano del siglo
XVIII, Francisco Salzillo (1707-83), autor de magníficos pasos de
Semana Santa: la Caída (1752) completado con
las imágenes independientes de la Verónica (1754), San Juan y la
Dolorosa (1755), el paso de la Oración del Huerto (1752), su obra maestra, la
Cena (1760), el Prendimiento (1756), el de la Flagelación (1778).Al final de su
vida, desde 1776, se dedicó a realizar el Nacimiento, casi un millar de
figuras, de gran colorido y vitalidad en vestuarios, algunas de cuyas figuras
están ya dentro del pleno rococó.
PINTURA
El interés
persuasivo de la Iglesia y la monarquía y la valoración de la burguesía
protestante de lo individual y lo cotidiano determinaron la principal cualidad
de la pintura barroca: su vinculación a la realidad. Los artistas barrocos usan
la novedad formal plasmando en sus obras aquello que el manierismo rechazaba:
la realidad y la naturaleza.
Debido al
independiente desarrollo de las escuelas pictóricas no son muchas las notas
comunes que caracterizan a la pintura barroca. No obstante se pueden destacar
algunas:
*.- Realismo.
Se buscan los modelos de la naturaleza,
sin proceder a su idealización, incluso llegando al naturalismo. Preocupación por la
representación del estado psicológico y de los sentimientos (dolor, alegría).
La luz se pone al servicio del realismo.
*.- Predominio
del color sobre el dibujo. En los grandes maestros las manchas son las
definidoras de las formas (Velázquez o Rembrandt). Se pintan las cosas como se ven en la
realidad, con manchas de color y luz, perdiéndose los detalles y con el
contorno no precisado.
*.- Profundidad
continua. Se abandona el rigor de la perspectiva lineal para lograr la
sensación de profundidad, se utilizan líneas convergentes, series de escorzos,
un primer término desmesurado, un primer término oscuro, juegos de luces,
plasmación de efectos atmosféricos
*.- Hegemonía
de la luz. Se abandona el esfumato de Leonardo se pasa a planos de luz y
sombras donde las formas se dibujan con gran precisión. El barroco es el arte de plasmar
pictóricamente la luz y en correlación, la sombra juega un papel hasta entonces
inédito, especialmente en el Tenebrismo.
En el Barroco
la forma se subordina a la luz, y en algunas ocasiones las formas pueden
desvanecerse por debilidad o intensidad del centelleo luminoso.
*.- Libertad
en la composición. Composición asimétrica y atectónica. Se prefiere todo
aquello que muestre desequilibrio o sugiera que la escena continúa más allá de
los límites del marco.
Esta
composición atectónica se consigue mediante las líneas diagonales que
sustituyen a las composiciones piramidales del siglo anterior. A veces se usan
formas partidas que indican que no todo cabe en la tela.
*.- Preocupación
por plasmar el movimiento. La
pintura barroca es la pintura de la vida y ésta no puede representarse bajo
formas estáticas.
La turbulencia se antepone a la quietud. Las
figuras son inestables y los escorzos y ondulaciones se multiplican. A veces
este movimiento no existe y el exceso de quietud y austeridad se relaciona con la trascendencia
religiosa.
*.- Técnicas.
La importancia del color y el deseo de mostrarlo en toda su brillantez hace que
se abandone el temple y se generaliza el óleo y el uso del lienzo, a veces de
grandes proporciones.
La pintura
sobre tabla casi se abandona. La técnica del fresco se sigue utilizando para la
pintura decorativa de las paredes.
*.- Temas. Aquí es donde la multiplicidad de escuelas
provoca una absoluta variedad en los temas.
*.- En los
temas religiosos abundan la
representaciones de la Virgen, como Inmaculada Concepción, la Piedad, los
pasajes evangélicos más relevantes, la caridad, los sacramentos (en especial la
penitencia y la eucaristía), series sobre la vida de los santos y sus
experiencias religiosas, la visión de la muerte.
*.- El desnudo
es proscrito de las representaciones religiosas, persistiendo únicamente en las
alegorías y mitologías.
*.- La fábula
pagana se cultivará en Francia y Flandes.
*.- Los
holandeses destacarán en el retrato de grupo y el paisaje se convierte en
género independiente y dentro de él temas especiales como, escenas realistas (
de interiores y de vida cotidiana), marinas, batallas navales, etc.
*.- También se
desarrolla el cuadro de arquitectura, el bodegón, los de naturalezas muertas.
pintura
italiana.
Miguel Angel Merisi, il Caravaggio, (1573-1610):
Revolucionó la
pintura italiana del XVII. Destaca en su
obra el naturalismo (rechazando la idealización clásica). En una escena,
incluso religiosa, introduce lo vulgar, lo cotidiano, a la gente corriente sin
ningún tipo de idealización. En algún caso se le acusó de de falta de respeto
hacia el tema y los personajes representados.
Destaca también su Tenebrismo que acentúa el
realismo: realza sus figuras y escenas por los efectos de luz, haciéndolas
destacar sobre el fondo oscuro, la luz no se difunde suavemente, sino que surge
de un vano lateral y cae sobre las figuras, sobre la escena, delimitando
claramente las formas iluminadas en las que los colores son vivos e intensos
yse contraponen con las zonas oscuras.
Algunas de sus
obras: La Vocación de San Mateo, en la que Cristo y un apóstol se
acercan desde la derecha, Mateo, el recaudador, está sentado junto a unos
amigos y parece ser el único en comprender que Cristo se dirige a él.
El brazo
extendido de Jesús parece estar a una gran distancia, pero existe una corriente
psicológica, casi tangible, que fluye de Cristo al recaudador. La atención se
concentra en la mano de Cristo, que evoca la de Dios Padre de Michelangelo en
la Sixtina.
La intensa luz
diagonal acentúa las expresiones faciales y desataca sólo los elementos
esenciales, reforzando la corriente psicológica que parte de la mano de Cristo.
Un cuidado repertorio de horizontales y verticales (ventanas, línea de cabezas
de Mateo y compañeros) y su contraste con las diagonales secundarias (espada y
piernas de los caballeros), y todo resaltado por una luz focal.
Los cuadros de la iglesia de Santa María del Popolo (1600-01), la Crucifixión
de San Pedro y la Conversión de San Pablo.
Fuera del
género religioso, destacan los retratos de Paulo V y el del Caballero de
Wignacourt, el Baco joven dentro del género mitológico y Canasta de frutas
dentro del bodegón.
Los Carraci, (Aníbal
(1560-1609), su hermano Agustín (1557-1602) y su primo Luis (1555-1619),
formaron una academia de pintura en Bolonia, donde sostuvieron que la creación
pictórica debe seguir unas normas fijas, estas normas proceden de las
enseñanzas de grandes pintores renacentistas: Miguel Angel, Rafael, Leonardo.
Se trata de un
eclecticismo que permita la expresión de
un realismo idealizado, que busca la belleza ideal, que matiza la realidad, que
expone las cosas no como son sino como deberían ser. Esta corriente tuvo una
gran acogida entre los medios eclesiásticos que rechazaban el naturalismo de
Caravaggio por sacrílego y entre los medios intelectuales porque resucita las
posibilidades del mundo mitológico y alegórico. La naturaleza por la que se
interesan los Carraci, es una naturaleza ordenada, un paisaje bello, sereno y
equilibrado.
Las características básicas de estas dos corrientes.
CORRIENTE
NATURALISTA. Caravaggio
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CORRIENTE
CLASICISTA. Carraci
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Inspiración en la realidad
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Reacción contra los excesos manieristas
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Utilización de modelos reales, generalmente de
personas de aspecto rústico
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Creación de modelos para la representación de pinturas
mitológicas
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Representación de lo deforme y el dolor
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Representación de una realidad idealizada
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Importancia del claroscuro, tenebrismo
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Colorido de influencia veneciana
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Empleo de la luz artificial e intencionada para
resaltar las formas más significativas
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Temas populares y religiosos
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Dramatismo y violencia
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Composiciones ordenadas y elegantes de herencia
renacentista
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Técnica de óleo sobre lienzo
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Empleo de la técnica del fresco
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Pintura decorativa:
Se
desarrolla a lo largo del S XVII, la
paredes y techos de iglesias y palacios
se cubren de pinturas, impulsadas por la Iglesias y la Aristocracia, con
la finalidad de impresionar y envolver al espectador, convenciéndolo de la
grandiosidad, veracidad y legitimidad del poder que representan.
Las características
fundamentales de esta corriente:
*.- Decoración de bóvedas y muros.
*.- Perspectivas ilusionistas y escenográficas integradas en la
arquitectura.
*.- Movimiento de figuras en vuelo en cielos abiertos.
*.- Ilusionismo y teatralidad.
*.- Gran riqueza cromática.
Sus autores más
representativos son:
Pietro da
Cortona
(1596-1669): Además de arquitecto, es el creador de este ilusionismo
decorativo, recibe influencias de los
Carraci, del Veronés, del Correggio y de la escuela flamenca. Decoró las
bóvedas de los palacio Barberini y Pamphili de Roma y el palacio Pitti de
Florencia.
Andrea Pozzo (1642-1709): Jesuíta, su
obra maestra es la decoración de la bóveda de la Iglesia de San Ignacio de
Roma, con la representación del Triunfo de San Ignacio, en ella finge una
arquitectura que prolonga los elementos arquitectónicos reales, incluso simula
una gran cúpula que no existe, creando unos extraordinarios efectos de ilusión
óptica.
La
pintura flamenca y holandesa. Rubens y Rembrandt.
Escuela
Flamenca:
Flandes, la actual Bélgica, permaneció unida a
la corona española y a la Iglesia de Roma, lo que explica su identificación con
los ideales de la contrarreforma y la pujanza de la temática religiosa. Por
otro lado la aristocracia impulsó el desarrollo de los asuntos profanos o
mitológicos que se plasman con un carácter sensual y exuberante en grandes
lienzos que cubren las estancias palaciegas.
Los temas costumbristas, las fiestas aldeanas,
las bodas, son tratados y, en ellos, el optimismo y la alegría los
careacterizan. En los bodegones y en las naturalezas muertas, abundan las
grandes piezas de caza, los alimentos y las frutas.
Pedro Pablo Rubens (1577-1640):
Es el pintor más importante de esta escuela.
En su pintura confluyen la tradición realista flamenca y las influencias
italianas. En sus obras se detacan:
*.- Dinamismo y
vitalidad.
*.-
Composiciones abiertas y predominio de las líneas diagonales y curvas.
*.- Rico
colorido de influencia veneciana.
*.- Pincelada
suelta y rápida.
*.- Sensualidad
y voluptuosidad.
*.- Predominio
del desnudo femenino y de las formas gruesas femeninas.
*.- Gran
variedad de temas: religioso, mitológico, retratos, paisajes...
Pintor muy
prolífico, se le han llegado a atribuir más de tres mil obras, aunque una gran
parte de ellas corresponden a su taller.
De su primera
etapa son las obras religiosas: Bautismo de Cristo, la Transfiguración, el
Levantamiento de la Cruz (1610) y el Descendimiento (1611). La Piedad, la
Adoración de los Magos (1609), la Flagelación y la Sagrada Familia (1632-34).
Gustó de
retrato femenino, utilizando como modelos a Isabel Brandt, su primera esposa y
a Elena Fourment su segunda esposa, tras
enviudar, en 1626.
Trabajó con
mayor libertad, en los temas mitológicos o paganos, con una gran colorido, y un
tratamiento del desnudo femenino que muestra su gusto por las formas gruesas y
las pieles nacaradas, como el Rapto de las Sabinas (1635-37), El Juicio de
Paris (1638), Las Tres Gracias (1636-38), la Vía Láctea.
Como paisajista
es el creador del paisaje flamenco, gusta de los suelos ondulados, los árboles
retorcidos, los caminos serpenteantes, todo lo que pueda reafirmar el dinamismo
y el vitalismo, como en el Regreso al Campo (1632-34).
Realizó gran
cantidad de retratos de los personajes importantes de la época, siendo un gran
fisonomista a la vez que presta atención a telas y adornos o joyas, con una
menor preocupación por captar la psicología del personaje representado, retrato
ecuestre del Duque de Lerma (1603), de María de Medicis (1620).
Antonio
Van Dyck (1599-1641):
Nacido en Amberes, con 18 años ya fue admitido en el
gremio de los pintores y con 21 se convirtió en el principal colaborador de
Rubens, tras abandonar el taller del maestro paso por Italia (Roma, Génova,
Venecia), estableciéndose en Londres en 1632, hasta su muerte en 1641.
En su primera
etapa sobresalen los temas religiosos el Beso de Judas, la Coronación de
Espinas, la Virgen del Rosario, en los
que muestra un gran influencia de su maestro.
Sin embargo es
el género de los retratos el más característico de su obra, puede ser
considerado el creador de la escuela inglesa del retrato, del rey Carlos I
(1638), de Guillermo II de Orange y su Esposa, el autorretrato del pintor y Sir
Edmion Porter (1635), En todos ellos dignifica al retratado con un exquisito refinamiento tanto en las
actitudes en los que les representa como con las tonalidades plateadas que
acentúan su aspecto distinguido y elegante.
Jacobo
Jordaens (1593-1678):
Es discípulo
de Van Noort, maestro de Rubens y posteriormente discípulo y colaborador de
Rubens. En sus obras religiosas y mitológicas sigue a su maestro. En él domina
el colorido y las formas, pero la influencia del naturalismo y de la escuela
flamenca, le llevan a prestar atención a los temas costumbristas que plasma con
verdadero realismo, prefiriendo los modelos populares, los ambientes rusticos,
y los juegos de luces del tenebrismo.
Jordaens es el
maestro de una escuela pictórica de tendencia popular que se desarrolla paralelamente
a la pintura oficial. Ejemplos El Rey bebe (1638-40) o El Sátiro en casa de un
campesino (1617-1620).
Escuela
Holandesa:
En los Países
Bajos, (actual Holanda), independiente de hecho desde principios del XVII y
reconocida como tal por la Paz de Westfalia de 1648, fue defensora de los
ideales religiosos reformistas y generó una escuela pictórica independiente.
El desarrollo del protestantismo, provocó la
total desaparición de los imágenes, reduciendo el tema religioso a la
representación escasa de escenas bíblicas.
La severidad de las costumbres se tradujo en la ausencia de obras de
temática mitológica.
La burguesía se convirtió en clienta de una
pintura en la que el artista, no disfrutó del reconocimiento social que
disfrutó en otras zonas de la Europa Barroca. Sus obras, destinadas a decorar
las dependencias burguesas, son de escaso tamaño y muy numerosas.
Además del
retrato, individual y colectivo, los interiores burgueses o escenas domésticas,
las escenas costumbristas, los paisajes, las representaciones de animales, las
marinas y los bodegones serán los géneros predominantes.
Entre los retratistas sobresale Frans Hals (1580-1666). Creador
del retrato colectivo, trata de pintar figuras que forman un conjunto, que se
relacionan, que se comunican unas con otras, son retratos de corporaciones,
donde los directivos de estas entidades deseaban perpetuar su paso por las mismas, como el Banquete de los Oficiales de
la Milicia de San Adrián (1627), los Arcabuceros de San Jorge (1639) y los
Regentes del Hospicio de Ancianos (1664).
Aunque al principio Hals pintó retratos de personas
aisladas, con un colorido vivo y alegre, luego su colorido se redujo a tonos
más serios, en los que predominan el blanco y el negro. Su capacidad para
reproducir en las figuras la psicología del retratado es característica.
Rembrandt Van Rijn (1606-1669):
Es el pintor
más importante de esta escuela. Destacar en sus obras:
*.- Influencia
de Caravaggio en el realismo y en la utilización de la luz.
*.- Empleo del
claroscuro que se degrada en doradas penumbras. La luz tiene valor simbólico y
psicológico, a la vez que formal.
*.- Utilización
de formas sugeridas por manchas densas y amplias.
*.- Pincelada
suelta y de grandes y espesos empastes.
*.- Realismo
impregnado de idealismo y espiritualidad.
*.-
Preocupación por captar la psicología del retratado, su estado anímico.
*.- Gran
variedad de temas: religioso, mitológico, retratos, retratos colectivos,
bodegones, paisajes.
Pintor de gran cultura, se interesó por los temas más variados. Tema
mitológico: Danae (1636). Tema histórico: Aristóteles contemplando el busto de
Homero (1653). Tema religioso: La cena con Emaus (1628-29), Negación de San
Pedro (1660), el Descendimiento (1634).
Tema costumbrista: Joven bañándose (1655), Buey desollado (1655).
Retratos individuales: varios autorretratos, Retrato del pintor con Saskia.
Retratos colectivos: Ronda de Noche (1642), Los Síndicos de los Pañeros (1661),
La lección de anatomía del Doctor Tulp (1632).
Otros autores
de esta escuela son:
GÉNERO
|
AUTORES
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Bodegón
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Claesz
(+1661)
Heda (+1680) Kalf (+1693) |
Paisaje
|
Salomon
Ruysdael (+1670)
Jacob Ruysdael (+1682) Meindert Hobbema (+1709) Willem van Velde (+1692) - Marinas Jean van Goyen (+1656) - Ríos |
Costumbres
|
Adrián
van Ostade (+1685)
Pieter de Hooch (+1683) Gabriel Metsu |
Interiores burgueses
|
Gerard
Teborch (+1681)
Veermer de Delft (+ 1675) |
Animales
|
Wouwerman
(+ 1668) – Caballos
Albert Cuyp (+1691) Paul Potter (+1654) – Vacas |
La
pintura española.
Características
que la definen:
*.- El
mecenazgo de la Corte y la Iglesia.
*.- Ausencia de
lo heróico y los tamaños superiores al natural. Se prefiere un equilibrado
naturalismo, se opta por la composición
sencilla y nada teatral o escenográfica.
*.- Predominio
de la temática religiosa, especialmente en su expresión ascética o mística,
tratada con sencillez y credibilidad.
*.- Ausencia de
sensualidad.
*.- Influencia
del realismo y del tenebrismo de origen italiano.
*.- Otros temas
son el retrato, la mitología, el bodegón, sobe todo en Zurbarán y Sanchéz
Cotán, Velázquez incorpora del paisaje y la fábula pagana y el género
histórico.
Tres
focos artísticos: Valencia, Sevilla y Madrid.
Corriente
naturalista: Ribera y Zurbarán.
Durante el
reinado de Felipe III subsistieron las últimas influencias del manierismo
italiano. Poco a poco se fue dejando sentir la influencia de Caravaggio en la
escuela tenebrista española.
La figura más
destacada de ese momento es Francisco
Ribalta (1564-1628). Es probable que fuera en el Monasterio del
Escorial donde conociera las obras de los pintores italianos en las colecciones
reales, quizás viajó a Italia entre 1616 y 1620 y allí conoció directamente las
obras de Caravaggio.
Destaca en él
el tratamiento de los temas místicos, donde el tenebrismo suele ser ostensible,
además del brillante colorido y la seguridad en el dibujo.
José
de Ribera (1591-1662)
A mediados del
XVII, Felipe IV y su valido, el Conde-duque de Olivares convirtieron la Corte
en el principal centro artístico de la Península.
El mejor
exponente de la corriente tenebrista española fue José de Ribera.
Nacido en
Játiva (Valencia) Establecido en Italia desde1611, recibió el apodo de “Il
Spagnoleto”, nunca más volvería a España, instalándose
definitivamente en Nápoles en 1616. Quizá pudo haber trabajado en el taller
valenciano de Ribalta, donde se inició en el tenebrismo.
El naturalismo
temático de Ribera se centró en la pintura de personajes ancianos, mendigos y
santos, siempre pintados con una gran
dignidad, sin exacerbar el sentido cruel o morboso, desmostrando un perfecto
dominio de lo anatómico como en El Martirio de San Bartolomé (1639).
Algunos
estudiosos han notado en Ribera un afán constante de representar la ruina del
cutis humano. Aparece como el pintor de
las frentes arrugadas, los dedos ásperos, los muslos delgados que permiten la
visión de los huesos.
En su
repertorio figuraron también, protagonistas femeninos que destacaron por su
encanto: la Virgen en la Inmaculada (1635), el triunfo de María Magdalena
(1636), y algunas santas como Santa Inés (1641), que corresponden al periodo
más crucial de su carrera artística.
A partir de la década de los 40, su visión
naturalista se disgregó cada vez más hacia una mayor sensualidad, el color se
volvió más refinado y la luz más difusa, superando el tenebrismo inicial.
Destacó
también como grabador. Aunque sus temas más frecuentes son los religiosos,
también realizó pintura de género mitológico y retratos de personajes. A veces,
como retratista, no tuvo pudor en representar las deformidades humanas: la
mujer barbuda (1631) o el Patizambo (1642).
Francisco
de Zurbarán (1598-1664)
Nacido en
Fuente de Cantos, se traslada a Sevilla, en 1614, formándose en el taller de
Pedro Díaz de Villanueva, un pintor de imágenes.
De este
período es Santa Casilda para la que
quizás utilizó un modelo escultórico, en la que sobresale una de sus
características fundamentales: la riqueza del colorido y el uso suave del
mismo.
Su obra es muy
abundante. En ellas se puede distinguir un primer periodo en el que hay una
presencia del tenebrismo y del espiritualismo ascético. Luego evolucionó a las
formas suaves y delicadas propias de la escuela sevillana.
Las obras más
conocidas de Zurbarán son los santos de las Ordenes Religiosas. Dota a sus
figuras de un gran naturalismo y de un profundo espíritu religioso. Se ha
hablado de Zurbarán como del pintor de monjes, aunque los temas monacales en
realidad sólo representan aproximadamente la mitad de su producción. Sus personajes, aún en composiciones de numerosas
figuras, presentan una característica muy específica: su aislamiento y su
independencia respecto a los demás.
En cuanto a sus
obras conventuales, se pueden destacar tres conjuntos:
1. La
serie del Convento de la Merced (desde
1628), en el que sobresale la Visión de San Pedro Nolasco (1629) en la puede
apreciarse ese tratamiento individualizado y el característico modelado de los
tejidos,
2. La serie de
la Cartuja de Jerez (desde1637)
3. La serie el
Monasterio de Guadalupe (1638-1645).
El mejor
período de su carrera artística fue la década de los 30, en ella realiza Santo
Tomás de Aquino (1631), que sobresale por su realismo, la riqueza del colorido
y la fuerza expresiva del rostro.
En 1634, fue
llamado a la Corte para participar en la decoración del Salón de Reinos del
Buen Retiro (La Defensa de Cádiz contra los ingleses y la serie de los Trabajos
de Hercules).
Sus bodegones,
aunque escasos fueron muy notables, sus naturalezas muertas son una mera y
simple exposición de objetos.
El
pleno barroco: Velázquez. Murillo.
Diego de Silva y Velázquez (1599-1660)
En 1611, con
doce años, tras un corto periodo como aprendiz en el taller de Francisco
Herrera el Viejo, ingresa en el taller de Francisco Pacheco, con cuya hija contraerá
matrimonio.
Etapa de
formación (1617-1622)
A los 18
consiguió licencia para pintar, de sus maestros tomó los principios manieristas
y academicistas además del tenebrismo. En este periodo, caracterizado por el
tratamiento naturalista, sus temas preferidos son los:
*.- Bodegones
con figuras: El aguador de Sevilla (1620), Vieja friendo huevos (1618)
*.- Retratos:
Retrato de Sor Francisca Jerónima de la Fuente (1620)
*.- Escenas
religiosas: Cristo en casa de Marta y María, la Adoración de los Magos (1619)
Características
de este periodo son: el tenebrismo, con los fuertes contrastes de luces y
sombras, predominio de los colores terrosos, sencillez en la composición.
Etapa de
madurez (1623-1660)
Este periodo
puede subdividirse a su vez, en tres, coincidiendo los hitos con sus viajes a
Italia.
1623-1631:
Velázquez
viaja a la Corte, logrando su propósito de establecerse en ella, hay un
abandono de la temática religiosa y de los bodegones, para concentrase en el
género retratista.
Estos
retratos, tienen como características: la sencillez en la composición, el
realismo, la escasa preocupación por los fondos, la elegancia que emanan los
personajes y el estatismo. Son retratos de cuerpo entero, en busto y de tres
cuartos. Sobresalen diversos retratos del monarca y del Infante Don Carlos
(1625-28) y los primeros retratos de bufones.
El encuentro
con Rubens, que visitó Madrid en 1628, le orientó hacia el humanismo y la
mitología, además de animarlo a continuar su formación en Italia. Antes pintó
Los Borrachos o el Triunfo de Baco (1629), en él muestra al Baco mitológico
entre campesinos andaluces, señalando la principal característica de su pintura
mitológica, la concepción burlesca e irónica de la misma.
Desde 1629 a
1631 realizó el viaje a Italia, donde conoció la obra de los pintores
renacentistas romanos y venecianos, visitando además Ferrara y Nápoles, donde
contacto con el pintor español Ribera. Durante este viaje realizó La Fragua de
Vulcano, de género mitológico y la
Túnica de José. En ellos se advierte la influencia de los pintores italianos.
1631-1648:
Período del apogeo
del maestro, la influencia italiana hace que su dibujo se haga más suelto, sus
figuras pierden rigidez, el espacio se llena de aire, presagiando la
perspectiva aérea y se colorea de grises, ocres y verdes suaves y armónicos. La
producción pictórica en esta etapa es muy abundante.
De este
periodo son los cuadros religiosos: Cristo crucificado del Prado (1631), la
Coronación de la Virgen y los Eremitas, Cristo atado a la columna (1632). Entre sus retratos: El Conde-Duque de Olivares
(1638), Felipe IV, el Príncipe Baltasar Carlos (1635); retratos ecuestres: Felipe
IV y Don Fernando de Austria (con traje de caza); y los retratos de los bufones
Pablillos de Valladolid, el niño de Vallecas, el primo.
Dentro del
género histórico, pinta la Rendición de Breda o Las Lanzas (1634-35).
Además los
retratos imaginarios de los filósofos Esopo y Menipo.
1648-1660:
Velázquez
realizó un segundo viaje a Italia, entre 1649 y 1651, con el encargo real
adquirir cuadros y antigüedades para las galerías reales hispanas.
En este viaje
realizó el retrato de Inocencio X, el de su criado Juan Pareja y los dos
cuadros del Jardín de Villa Medicis, considerados un claro precedente de la
pintura de Corot y el impresionismo, también realizó en el viaje la Venus del
Espejo, uno de los pocos desnudos de la historia de la pintura española.
En este
período, Velázquez perfecciona la técnica, consiguiendo plasmar la perspectiva
aérea, su pincelada suelta emplea cada vez menos cantidad de pasta pictórica,
cuida la ambientación y los detalles.
Son de este
período, los retratos de la Infanta Margarita y el de la Reina Mariana de
Austria.
En dos obras, se puede
resumir la aportación de Velázquez a la historia de la pintura: Las Meninas (1656),
y las Hilanderas o la Fábula de Aracne
(1657).
En las Meninas, evoca la vida
cotidiana de la familia real, que aparece alrededor de la Infanta Margarita, de
sus damas de honor y de los criados enanos en el salón en el que Velázquez (que
se autorretrata en la penumbra) se encuentra pintando a los reyes (reflejados
en el espejo). Al fondo, en la puerta abierta, el aposentador observa la
escena, el pintor obtiene la sensación
de profundidad mediante la alternancia de espacios iluminados con diferente
intensidad.
En las Hilanderas, sitúa el
mito de Aracne, la habilidosa tejedora perseguida por Atenea en el taller de
tapices de Santa Bárbara, el mito va tejiéndose en las formas de un tapiz al
fondo, mientras en un primer plano las obreras trabajan, lo real y lo mítico se
funden en tonos amortiguados y templados que tienen toda su delicadeza en el
tapiz, donde se desarrolla la escena principal
con los protagonistas rodeados de una intensa luz.
Velázquez,
sintetizó los estilos del XVI y XVII, renacimiento romano y escuela veneciana,
tenebrismo, barroco flamenco y naturalismo hispano.
Neoclásicos
como Ingres, románticos como Delacroix, impresionistas como Manet y Degas,
fauves como Matisse, los expresionistas alemanes, surrealistas como Dalí, sin
olvidar al mismo Goya van a ser sin duda deudores de Velázquez.
Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682)
Nació en
Sevilla, donde vivió la mayor parte de su vida. Conoció las obras de Zurbaran
y de Ribera, la influencia de estos maestros es evidente en las obras de
su juventud, además de las de la pintura flamenca y veneciana.
Es uno de los
pintores que más popularidad han alcanzado dentro y fuera de España, sin duda
alguna debido a que su pintura delicada y suave coincide con el gusto imperante
en toda Europa en el XVIII. Murillo, no pintará santos ascetas y viriles, su
pintura se acerca más a lo familiar, al intimismo.
En sus
primeras obras queda de manifiestos su formación realista, con predominio de
tonalidad ocres y terrosas, un tratamiento de la luz muy marcado por el tenebrismo, con modelos compactos e individualizados.
A partir de la
mitad de siglo el uso de la luz se hace más generalizado y su colorido se
enriquece: Sagrada Familia del Pajarito (1650), Adoración de los Pastores
(1655).
En 1658
Murillo viaja a la Corte, entra en contacto con Velázquez y conoce las
colecciones reales: A su regreso, en 1660, fundó la Academia de Dibujo, siendo
responsable de la dirección de la misma hasta noviembre de 1663, en que fue
sustituido por Valdés Leal.
Murillo se interesó
por los problemas atmosféricos y la captación del espacio, abandonó el estatismo
anterior y sus cuadros fueron suavemente dinámicos, sus modelos de canon más
pequeño, adquierieron en la suavidad, la gracia y la elegancia que caracterizan
la plenitud del pintor.
Son numerosas
las representaciones de temas marianos, las Inmaculadas son una de sus
creaciones más afortunadas, envuelve a María en un manto azul, que cubre parte
del hábito blanco, rodeándola de ángeles, Inmaculada de Soult (1676-78).
Refleja en sus
pinturas religiosas, la religiosidad intimista, amable y sentimental el Buen
Pastor (1665), San Juan Bautista niño (1665).
Sin embargo en
su pintura de niños de carácter totalmente profano, presenta una interpretación
amable de realidades más bien crueles, plasmando la vitalidad del mundo
picaresco, con un incomparable virtuosismo técnico: Niño pordiosero (1650) o
Niños comiendo melón (1650)
Juan Valdés Leal (1622-1690)
Es un pintor de temperamento opuesto a Murillo,
inclinado más a lo violento y exagerado, gran colorista y facil en el dibujo,
destacaó sobre todo por la serie que realizó entre 1671 y 1672 para el Hospital
de la Caridad, en la que culmina el barroquismo, representando la vanidad de
las cosas terrenas, siguiendo un sentimiento moralizante al recordar al
espectador su último fin, presentando
feretros abiertos, cadaveres putrefactos (Finis gloraie mundi), y la muerte
dominando los arrubados atributos de la gloria mundana (In ictu oculi).
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